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domingo, 8 de diciembre de 2013

Sierras Bayas, Buenos Aires, Argentina

La hija de Marcelino Catriel, Florentina Matilde, era una mujer de baja estatura, algo retraída y huraña, solamente quién le inspirara confianza lograba acercarse a ella. Vivió precariamente en una casita de piedra hasta su muerte, la casa original fue destruída ante el avance de un emprendimiento minero, pero posteriormente fue reconstruida. Matilde quería entrañablemente al lugar, no hubiera podido vivir en otro, y así lo hizo hasta el día de su fallecimiento acaecido el 8 de mayo de 1967.
"Antes todo era campo, todo era nuestro".
Cuenta el Dr. Mario Melotto que la conoció por primera vez durante una visita que le hiciera junto a otros compañeros del Colegio Nacional de Olavarría allá por el 63 o 64, como le habíamos llevado algunos víveres entre ellos yerba, me puse a cebar y ese gesto a ella le agradó, ya que se distendió un poco y dejó su parquedad a un lado. En ese momento entra en escena un pequeño corderito con muy pocos días de vida, y yo, cuenta el ahora Dr. Melotto, muy ingenuamente le digo, Doña Matilde, me lo vende, hizo un silencio, me miró a los ojos y me respondió, y vos pibe tenes plata para pagármelo, creo que sí doña le dije, a ver esperá un poquito, se metió en su casa y salió con un ejemplar del diario La Nación y me dijo, ves che, aquí dice que sale tanto el kilo, me quedé frío y obviamente no se lo compré.
El Doctor prosigue su relato contando que cierta vez en la facultad de derecho se dictaba una conferencia sobre la vida del general Mitre, a cargo entre otros del director de La Nación, el Dr. Mitre, José María Rosa y Félix Luna, y entre los temas tratados se habló de la heroica batalla ganada por el general sobre el Cacique Catriel en la contienda de Sierra Chica. Luego de terminada la conferencia y con el aval de José María Rosa pedí la palabra y lo refuté diciendo que el vencedor de la batalla no había sido Mitre si no Catriel, que el general había salvado su vida de milagro y que al llegar a Buenos Aires contó en su diario, la historia inversa, fue la primera guerra perdida en los campos de batalla y ganada en los medios, desgraciadamente el Cacique Catriel no tenía un diario...
Sierras Bayas es un muy pintoresco pueblo minero que comenzó a formarse en 1879 cuando fueron abriendo las primeras canteras del lugar. Los primeros tiempos quedaron marcados por la industria de la cal, hasta 1916 fecha en que se instala la primera fábrica de cemento portland.
El pueblo se halla rodeado por cuatro cerros pertenecientes al sistema orográfico de tandilia, Cerro del Diablo, Cerro Largo, Aguirre y Matilde Catriel.
Si recorremos sus intrincadas calles nos encontramos con hornos de cal y centenarias casas de piedra en donde funcionan pequeños museos que cuentan la rica historia del lugar.
El sector en donde se ubican las caleras es una sucesión de pequeños morros que permiten desde arriba una buena vista de las chimeneas y el conjunto. Son pasadas las cuatro, todavía me debía otra recorrida por Olavarría y verdaderamente sentía que el viaje había terminado, había cumplido con creces los objetivos iniciales y no tenía ganas de continuar la historia en Rauch y Egaña, el cansancio agravado por el calor, no funciono con calor intenso, me terminó de convencer que aquí debía cerrar la historia.
Después de la última recorrida compro algo para comer en la panadería ubicada bajo el "hotel", escribo las últimas notas y me duermo temprano, el viaje de mañana será largo e indirecto, ya que no hay conexión directa entre Olavarría y Rosario.


6 comentarios:

  1. Excelente relato Rodolfo!
    Seguiré leyendo tus textos para inspirarme en mis viajes, un saludo desde Pichincha.
    Pablo

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  2. Gracias Pablo, cada vez más los textos cobran vida, aportando información adicional al registro fotográfico, me gusta hacerlo aunque demande mucho tiempo.
    Abrazo!

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  3. Muy buena la idea... gracias por hacer esto.
    A mi de vez en cuando me gusta "salirme del camino" y ver que hay mas allá, conocer esos lugares borrados de los mapas... como vos decís.
    Gracias nuevamente.

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  4. Gracias por la pasada, y coincido, las mejores historias suelen vivir lejos del camino principal
    Saludos!

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  5. Muy buen relato Rodolfo!
    Yo también disfruto visitando como 'viajera' no como turista, estos pueblitos que aquellos quienes los fundaron ayudaron a que este país se desarrolle. Nosotros debemos recuperarlos para que sean descubiertos nuevamente para el turismo. Varios grupos fotográficos en eso estamos. Sales. Carmen Tiberio

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  6. Comentarios muy citadinos todos. Estos "pueblitos perdidos o borrados del mapa" como dicen, no necesitan ser rescatados por nadie, tienen su propia idiosincrasia y su propio tiempo, no están olvidados y no necesitan que los rescaten como dicen Uds., mucho menos por el turismo, que generalmente avasalla y mira con gracia las costumbres de los lugareños. En todo caso si necesitaran rescate seria de parte de los que dirigen nuestros destinos,devoviéndoles la posibilidad de recuperar su orgullo como pueblos pujantes y no para aparecer en catálogos fotográficos. Nací en Sierras Bayas, fui a la escuela en Colonia Hinojo, jugué en Sierra Chica, Villa Monica y demás lugares de la zona, después viví en Rosario, hoy en Pueblo Esther y sigo yendo a mi lugar de origen. Sé de lo que hablo.

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