El African Reefer (1939)
En el año 1900, la compañía Sansinena le solicita al ingeniero Luis Augusto Huergo la construcción de un puerto, el mismo estaría destinado para desde allí exportar los productos elaborados en el frigorífico ubicado a 3 kilómetros de distancia. Fue inaugurado el mismo día que la planta industrial, el 1 de octubre de 1903. Para ese entonces ya se habían instalado las vías de trocha angosta que permitirían que tres locomotoras arrastraran formaciones con manufactura desde el Sansinena hasta el muelle de carga.La exportación de carnes a Brasil, Inglaterra y Alemania se desarrollaba con menores fletes que otros puertos fluviales, de ahí su extensiva utilización casi sin interrupciones hasta 1925, año en que el muelle queda momentáneamente fuera de servicio.
En 1939, tras la suspensión de los embarques de carne para la exportación, las cámaras del frigorífico se alquilan a la empresa Argentine Fruit Distributors, para el enfriamiento y posterior embarque de fruta proveniente del alto valle del Río Negro rumbo a Europa en guerra, esta actividad prosiguió hasta 1947, año en que se reinician los embarques de carnes.
El Urmston Grange (1947)
La reactivación del muelle volvió a dar un fuerte impulso a la zona, potenciado por la importante demanda de carne por parte del extranjero. En 1952, con la transferencia a la Corporación Argentina de Productores de Carne, nace el CAP-Cuatreros
El 21 de diciembre de 1961, a causa del fuerte temporal de viento que se abatía sobra la zona, el muelle fue embestido por el buque Defoe, dañando sus defensas y pilotes, dejándolo prácticamente inoperable.
El 8 de agosto de 1962, el muelle recibe al buque Santa Teresita que carga 115 toneladas de carne ovina congelada hacia el puerto de Buenos Aires, siendo éste el último navío que sacó productos desde el frigorífico por Cuatreros. Entre marzo de 1947 y diciembre de 1962, se cargaron y despacharon 52 buques desde el muelle del puerto..
Hoy, llegar desde el edificio abandonado hasta el muelle significa transitar 3 kilómetros por un polvoriento camino, inusualmente transitado debido a la caída del puente que vinculaba directamente General Cerri con el Club de Pesca Cuatreros, entidad que ocupa la estructura del antiguo muelle de cargas.
El muelle es aprovechado por decenas de pescadores que despuntan su pasión desde las maltrechas tablas que luchan por mantenerse firmes en su lugar.
Me resulta muy grato transitar entre la historia, todavía quedan restos que intentan comunicar algo del pasado de esplendor que supieron conseguir.
Vuelvo, desandando esos tres kilómetros de polvoriento camino, entre partes del muelle, altos yuyales y basura urbana, cruzo las vías del ferrocarril Bahía Blanca-Carmen de Patagones, vuelvo a a pasar frente al CAP y busco la salida para volver al presente, pero justo frente al portón de entrada me espera otra sorpresa, una más.
Posó para la foto y volvió al agua
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