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sábado, 9 de noviembre de 2013

Guaminí,el Palacio Municipal, obra de Salamone, Buenos Aires, Argentina

La capital del partido de Guaminí tiene hoy algo mas de 2900 habitantes, sus orígenes se remontan a los tiempos de la Campaña al Desierto, campaña militar llevada a cabo por el Ejército Argentino entre 1875 y 1885 contra los pueblos originarios mapuche y tehuelche, con el "objetivo" de ejercer el efectivo dominio de esos territorios situados en las regiones pampeanas y patagónicas que la Argentina consideraba como propios, por haber estado incluidos dentro de los límites del Virreinato del Río de la Plata.
Adolfo Alsina, ministro de guerra del presidente Nicolás Avellaneda fue quién llevó adelante la empresa que pretendía ocupar lugares estratégicos, permitiendo la instalación de poblaciones en éstas zonas, desalojando al habitante originario. En 1877 muere Alsina y es sucedido en su cargo por Julio A. Roca quién avanzó cruentamente sobre los territorios y su gente, ocupando el sitio actual de la ciudad de Guaminí entre otros.
El 19 de marzo de 1876 el coronel Marcelino Freyre a cargo de la séptima división ya había alcanzado la laguna de Monte, laguna que baña las costas de la ciudad, y el 30 de marzo de 1876 quedó fundado el pueblo de Santa María de Guaminí, formalizándose su ley fundacional recién en marzo de 1883.
Hoy su laguna, y en particular la isla que su ubica dentro de ella es motivo de harto turismo, también llegan visitantes que siguen el circuito de las obras de Salamone, sub grupo que me incluye.
En la entrada anterior habíamos ubicado a Salamone en 1936, cuando comenzó sus actividad como proyectista y constructor de obra púbica para municipios de la provincia de Buenos Aires. Lo actuado en Balcarce le abrió puertas en otros territorios como Laprida, Coronel Pringles, Alberti, Rauch, Alem, Tornquist, Azul, Gonzalez Chaves, Pellegrini y Guaminí. Durante 1937 e estudio obtuvo la mayor demanda y producción, trabajando las 24 horas y aplicando cierta sistematización en cuanto a formas, funciones, constructividad y ornamentación. En los edificios municipales el diseño integraba arquitectura, mobiliario, iluminación y herrajes, siempre con un toque de personalización que escapa de ciertas similitudes que presentaba la obra.
Durante 1938 comenzaron a surgir los primeros problemas económicos del programa que se sumaron a la caída de la cotización de los bonos municipales en la bolsa, el desabastecimiento de materiales y principalmente las desavenencias entre el Gobernador Fresco y el Presidente Castillo. Los contratos firmados durante ese año y el siguiente con los municipios de Pilar, Lobería y Tres Arroyos tuvieron serios problemas de financiamiento. Chascomús y su municipio neocolonial inaugurado en 1942 cerró el ciclo bonaerense de Salamone.
Detalles constructivos todos diseñados por Salamone, en donde la simetría tiene una importancia central.
Agradezco al personal que me dejó deambular por el edificio sin recomendación alguna y consejos bienvenidos. Sin duda creo que toda su obra debería gozar de excelente salud, sin olvidar necesidades mas urgentes, pero no creo que haya obra mas integral y compleja que la de éste ingeniero-arquitecto en todo el país.
Cuando en 1943 Salamone llega a Uruguay se cierra una revolucionaria experiencia modernista en un espacio tan vasto y contradictorio como el sudoeste bonaerense. El exilio dejaba atrás al mas importante intento de renovación estilístico-urbanista durante los años treinta, acorde con los nuevos postulados que ya se venían plasmando sobre todo en Europa.

Guaminí, el Matadero de Salamome, Buenos Aires, Argentina

Indudablemente Francisco Salamone fue el responsable del mas desprejuiciado e innovador plan de obra pública realizado en un espacio de tiempo acotado en toda la historia urbano-arquitectónica de nuestro país.
Un proceso de exploración de formas, materialidades y usos en el momento preciso en que la ruptura local entre lo académico y la modernidad estaba en debate.
El momento histórico en el que realizó sus obras (1936-1943) estuvo cruzado por un marcado sesgo autoritario en donde convivían conservadurismo liberal con estado interventor, una supuesta flexibilización de clase con represión oficial, fraude y un atisbo de libertad que seguramente marcaron el sentido de su obra, otro lo signaron su admiración por el futurismo y el expresionismo, la exploración de nuevas tecnologías en especial el uso masivo del hormigón armado, la sistematización de procesos, el diseño global, el art decó, la Bauhaus, la vanguardia y a reacción ante el mundo clásico, todas esa instancias fueron pautas para un diseño único, nuevo y ecléctico pero monolítico a la vez.
En el conflicto planteado entre lo nuevo y lo viejo el optó por el cambio personal, tratando de no exportar literalmente una tendencia para aplicarla sin fundamento alguno, por el solo hecho de adoptar el nuevo ropaje de la modernidad, en él hay una lectura personal que contiene un sin fin de nuevos preceptos.
Durante sus comienzos vivía de pavimentar calles con su hermano Ángel en la zona del Valle de Punilla en Córdoba, desde siempre tuvo encontronazos con el establishment de la reaccionaria y académica Sociedad Central de Arquitectos que jamás publicó trabajo alguno de él ni siquiera los galardonados, como el premio obtenido para la portada de la revista impulsada por la propia sociedad. Por esos mismos días de 1927, otro vanguardista Alejandro Virasoro había publicado un artículo denominado "Tropiezos y dificultades para el desarrollo del arte nuevo", en donde señalaba la actitud de esos sectores conservadores, enraizados en la corporación como los responsables de la negación de los cambios que venían presionando el arte en el mundo entero.
Sus primeros trabajos arquitectónicos en el Valle fueron de neto corte neocolonial, una expresión claramente contestataria al acartonamiento academicista, registro arquitectónico que lo utilizaría posteriormente en delegaciones comunales de escala mas reducida.
Para 1935 comenzó a interesarse por los municipios bonaerenses, ya que éstos recibían créditos para financiar obras referidas a mejorar su equipamiento e infraestructura. Allí se le ofrecía un mercado vastísimo, pues de los 110 partidos de la provincia muchos requerían de obra nueva y asistencia.
Balcarce fue el primer cliente y para él construyó un matadero, cuatro delegaciones, el portal del cementerio, un corralón y la denostada y revolucionaria plaza central, todas las obras se inauguraron a término, exactamente el 6 de setiembre de 1937, aniversario del golpe de Uriburu. Con semejante carta de presentación y ya con Fresco como gobernador de la provincia de Buenos Aires, los próximos seis años lo encontrarían embarcado en la más extensa y fabulosa realización de obra pública jamás producida en Argentina.
El Matadero de Guaminí está bajo la órbita comunal, permite libre acceso, se encuentra entero pero en malas condiciones, esperando partidas presupuestarias para su reciclado urgente. Veremos con posterioridad que ya hay obras de remodelación en otros ubicados en la zona, por ello uno guarda esperanzas que los fondos para la obra no se demoren demasiado, teniendo en cuenta además la revalorización del universo Salamone y el aporte económico que puede ingresar a las arcas municipales en concepto de turismo cultural.
Los cielos diferentes indican que las tomas fueron hechas en dos momentos, algunas corresponden a la tarde del primer día, y otras a la mañana del segundo, con el sol bañando al frente del edificio, y por suerte sin camiones por delante.
La próxima entrada corresponderá a la delegación municipal y al conjunto plaza Alsina, la obra de Salamone tendrá siempre apartados especiales ya que por sus características formales y por los misterios y controversias que generan sus actuaciones y personalidad, tiene un especial atractivo para mí.

viernes, 8 de noviembre de 2013

Guaminí, Buenos Aires, Argentina

Necesario, se entiende por necesidad una carencia o la exigencia de algo, lo necesario satisfaría la necesidad de la razón.
El Ñandú del Sur me deposita en la rotonda de ingreso a Guaminí, desde ese punto hasta el casco urbano me separan cuatro kilómetros, cuarenta cuadras, nada, nada si no fuera porque el reloj marca puntualmente las cuatro de la mañana, y a las cuatro de la mañana en la rotonda de Guaminí duerme hasta el viento.
Sólo existe la posibilidad de caminar ese camino prolijo pintado de luz naranja. Parto, ciego, casi anestesiado por una noche superpoblada de estrellas. El secreto es avanzar a paso regular, sin parar, sin pensar, sin mirar atrás, sin contar los pasos entre cada columna, sin calcular cálculos estúpidos, pero inevitablemente sucede, sucede que se entrecrucen en el pensamiento la Zanja de Alsina y Calfucurá con un blues mal silbado, la noción de estar parado en la colina de la vida con la realidad de como ubicaré mi hotel sin un plano y sin la variable gente que escuche y hable para que me oriente.
Fueron un poco mas de cuarenta minutos entre un ensordecedor silencio matizado por algún que otro mugido venido tras la arboleda, carteles que señalaban caminos que se hunden en la noche y la noción que en un punto cercano la ciudad comenzaba a materializarse.
Paso frente al matadero de Salamone, rodeado de camiones, cruzo la vía y hago una triunfal entrada por la Hipólito Irigoyen, sí, la Irigoyen es la calle del hotel, estoy a tan solo doscientos metros de él, suerte me digo...
A las cinco en punto ya estoy acostado con la intención de poder dormir unas pocas horas para poder así comenzar con un poco de lucidez la aventura del descubrimiento, a las cinco y quince suena la alarma del celular que todos los días me devuelve a la rutina de Tiempos Modernos en su versión trash life.
No duermo y a las siete, up, hora del indispensable café y rápido armado de la estrategia para la jornada, por suerte los dueños del Hotel Molina me contactan con quién sería mi guía por los bellos y desolados parajes que pretendo visitar.
A lo largo del día desfilarán pueblos, estaciones, plazas, estancias, asombros, ironías, gestos que intentarán conformar el mapa de mis deseos.

sábado, 2 de noviembre de 2013

Enigma. Pampa al sudoeste, Argentina

El camino de hierro se termina y vuelvo a la ruta por los enigmas de esa pampa con aires patagónicos que estoy aprendiendo a descubrir, tierras profundas para llegar, mirar y no poder decir nada ante tanto vacío, ante la música que propone el viento, ese viento que nos da un poco de miedo, ante esos cielos dibujados por fantasmas concretos. Bienvenidos al secreto sudoeste