El 30 de julio de 1888 el estanciero José Carreras vende parte de uno de sus terrenos para la construcción de un pueblo y el paso del ferrocarril, imponiendo como condición para la venta que la nueva urbanización debería llevar el nombre de Santa Teresa en homenaje a su esposa Teresa Luján.
El primer impacto vino de la mano de los árboles de la plaza y su extraña forma de poda, esculturas llenas de ego y arrogancia que dirimen apocalípticas batallas así en la tierra como en el cielo. Lo cierto es que con un poco de ganas e imaginación uno puede sentirse enredado entre las sombras, atacado por inconfesables espectros demoníacos o abrazado por adorables seres cósmicos.
En marzo de 1889, el gobierno provincial daba por aprobada la traza del nuevo pueblo a la Compañía de Tierras del Sud de Santa Fe y Córdoba. Esta colonizadora inglesa era una subsidiaria de la compañía ferroviaria que extendió las vías desde Villa Constitución hasta La Carlota. El plano original constaba de 64 manzanas con el tendido férreo dividiendo a la traza en dos mitades simétricas, ubicándose la estación en el centro geográfico del pueblo.
Una constante que se puede verificar en estos pueblos diagramados teniendo al ferrocarril como centro, a las vías como eje de simetría, es que las dos mitades geométricamente iguales cargan con desarrollos posteriores completamente diferentes, siempre ocurre que tenemos una zona central en donde se instala el comercio, la iglesia, los edificios oficiales y un "detrás de la vía" donde el progreso parecería ir de la mano de la acción individual, aunque estaría bueno pensar que si no existiera esa instancia de corte, el resultado hubiera sido similar, comerciantes, cerealeros, colonos de un lado, trabajadores del ferrocarril, obreros rurales, jornaleros del otro, cuestiones de clase podríamos pensar.
Otra característica distintiva de Santa Teresa es la ubicación de su templo, al final de una avenida central, la Sarmiento y lejos de la plaza principal, avenida que a lo largo de nueve cuadras eslabona comercios nuevos con viejas construcciones de principio de siglo XX. La iglesia se construyó en un terreno donado para tal efecto por Don José Carreras
Otra etapa de este viaje interminable llegaba a su fin, un día intenso con historia, emociones, sorpresa, algún temor, algo de cansancio, precios que hay que pagar para mantenerse en la ruta.
Ah, sí, son mas de las cinco y por aquí todo cerrado, por decreto me declaré en huelga de hambre, hasta la noche, hora de comer rinosaurio al horno.
El primer impacto vino de la mano de los árboles de la plaza y su extraña forma de poda, esculturas llenas de ego y arrogancia que dirimen apocalípticas batallas así en la tierra como en el cielo. Lo cierto es que con un poco de ganas e imaginación uno puede sentirse enredado entre las sombras, atacado por inconfesables espectros demoníacos o abrazado por adorables seres cósmicos.
En marzo de 1889, el gobierno provincial daba por aprobada la traza del nuevo pueblo a la Compañía de Tierras del Sud de Santa Fe y Córdoba. Esta colonizadora inglesa era una subsidiaria de la compañía ferroviaria que extendió las vías desde Villa Constitución hasta La Carlota. El plano original constaba de 64 manzanas con el tendido férreo dividiendo a la traza en dos mitades simétricas, ubicándose la estación en el centro geográfico del pueblo.
Una constante que se puede verificar en estos pueblos diagramados teniendo al ferrocarril como centro, a las vías como eje de simetría, es que las dos mitades geométricamente iguales cargan con desarrollos posteriores completamente diferentes, siempre ocurre que tenemos una zona central en donde se instala el comercio, la iglesia, los edificios oficiales y un "detrás de la vía" donde el progreso parecería ir de la mano de la acción individual, aunque estaría bueno pensar que si no existiera esa instancia de corte, el resultado hubiera sido similar, comerciantes, cerealeros, colonos de un lado, trabajadores del ferrocarril, obreros rurales, jornaleros del otro, cuestiones de clase podríamos pensar.
Otra característica distintiva de Santa Teresa es la ubicación de su templo, al final de una avenida central, la Sarmiento y lejos de la plaza principal, avenida que a lo largo de nueve cuadras eslabona comercios nuevos con viejas construcciones de principio de siglo XX. La iglesia se construyó en un terreno donado para tal efecto por Don José Carreras
Otra etapa de este viaje interminable llegaba a su fin, un día intenso con historia, emociones, sorpresa, algún temor, algo de cansancio, precios que hay que pagar para mantenerse en la ruta.
Ah, sí, son mas de las cinco y por aquí todo cerrado, por decreto me declaré en huelga de hambre, hasta la noche, hora de comer rinosaurio al horno.
Qué pintoresco! Me encantan estos pueblitos que presentás. La gran mayoría de ellos ignorados, y con tantas historias encima. Supongo que sus anécdotas te llegan de la forma más rica, es decir, de boca de sus propios pobladores, y ese contacto, que no se puede fotografiar ni expresar por escrito en su justo valor, estoy segura que debe ser lo que te deja la mayor huella! Gran abrazo, Rodo!
ResponderEliminarLos datos precisos, las fechas, estadísticas, los nombres propios, son extraídos de las páginas oficiales de cada localidad, los temas ferroviarios tienen la apoyatura de las empresas y la Wiki, otras cuestiones son producto de algún intercambio con personas del lugar, las subjetividades y el hambre son personales.
ResponderEliminarTemo ser reiterativo, pero estos pequeños puntitos brillantes en medio del mar de soja tienen a veces pocos puntos de interés y casi siempre referidos a los mismos temas, pero su anonimato eterno me demanda casi la obligación de fotografiar los mismos edificios, las mismas ochavas, los mismos santos, los mismos próceres, pero es ahí donde surge lo diverso a través de los testimonios de los habitantes y sus historias contenidas, que encuentran en uno a un interlocutor a veces algo inválido.
Abrazón para Patzy!.
Es hermoso ver mi pueblo en esta pagina :)
ResponderEliminarMe produce una enorme emoción ver el viejo cabin del FFCC Mitre en el cruce de vías donde tantos años trabajo mi padre. Nostalgias del pasado.
ResponderEliminarMe alegra que las imágenes sirvan de disparador de emociones. Las vivencias ferroviarias son eternas, son tan fuertes que se tornan imborrables.
EliminarGracias por tus palabras y un fuerte abrazo!!!
Hola Rodolfo, soy aficionado a la fotografía de pueblitos o construcciones abandonadas como Francisco Paz. Qué otros me aconsejas para fotografiar? Muchas gracias. Marcelo.
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