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miércoles, 23 de abril de 2014

Una historia mínima, Sol de Mayo, Buenos Aires, Argentina

La previa del domingo indicaba que en menos de cinco horas tendría que recorrer cuatro pueblos ubicados en tres partidos diferentes, a priori la lógica me decía que iba a quedar mucho sin ver, las cartas estaban dadas, a jugar pues.
Los dos primeros enclaves estaban vinculados por la mítica provincial 45, aquella que hoy debería contar con un buen asfalto y no lo posee por vaya uno a saber que extraños motivos.
Sol de mayo es un pueblo mínimo, con una población que no alcanza los 40 habitantes, posee una hermosa escuela recientemente reciclada, el casco de la estancia homónima y la estación, ocupada, pero excelentemente conservada, todo bajo el paraguas protector de una impresionante fronda.
Realmente quién ocupa el edificio estación lo preserva con particular cuidado, por lo menos hasta las vías, allí el césped luce prolijísimo, sin desperdicios a la vista, ahora más allá del andén afloran las ausencias y contradicciones.
Las fotos son elocuentes respecto a como el final del andén demarca el límite entre lo cuidado y el más allá.
Sol de Mayo es una historia mínima que se reduce a la estación, el casco de la estancia, la escuela y la planta de silos recostada sobre la 45, ahora entiendo cuando las referencias indican que se trata de un paraje rural no consolidado.
El viaje continúa, unos pocos kilómetros más y dejaremos atrás Rojas para ingresar en General Arenales en busca del pueblo visitado con asiduidad por un ex presidente, refugio, exilio voluntario, veremos, estoy a tan sólo siete kilómetros.


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