Esos mil metros finales supusieron el ejercicio de ir superponiendo dibujos en papeles transparentes a medida que una nueva forma se hacía visible y consistente, así iba armando mi plano mental sobre una realidad que cada vez se encontraba mas cerca de mi ansiedad. A mi derecha una larga y compacta arboleda oscura, impenetrable, a la izquierda las primeras dos o tres casas abandonadas, inmediatamente la esquina en donde todo debería suceder, el almacén, el viejo surtidor y una cuadra completa de casas todas color tierra, el caserío completo se volvió color tierra, me detengo pero no puedo sacar fotos, quiero llegar hasta el final de la calle para volver por el otro lado , si es que hay otro lado, paso frente a la escuela rural 95, silenciosa, pero con vestigios de un pasado que todavía se adivina, giro a la derecha, cruzo la vía y desando los pasos bordeando la arboleda en busca de algún camino, entrada, sendero, hueco, resquicio que me comunique con el edificio de la estación, un improvisado cartel pintado a las apuradas indica que para allá el camino continúa hacia Maizales, pero de pronto una huella clara se interna en la espesura, indudablemente se trata del camino que ingresa al edificio ferroviario, pienso, treinta metros libres de riesgos y luego ochenta y dos mil ramas como flechas se interponen en el camino, y el recuerdo inevitable del cuidado con los ojos, una rama te saca uno.
El camino desaparece, la estación se divisa pero un profundo zanjón me imposibilita el paso, serán unos cuatro o cinco metros de profundidad pero con una abrupta caída, podría bajar pero me costaría subir y en verdad no estaba para la heroica, del otro lado no me esperaba la princesa de mis sueños, esquivo dos animales muertos y me interno por el bosque de acacias, eucaliptus y moras salvajes buscando un paso posible, de repente aparece un espacio bastante libre que se adivina como el piso del galpón, volatilizado, alguien lo desmanteló en su totalidad, posibilidad mas que concreta.
No hay pasada ni hacia el edificio, ni hacia el camino, vuelvo para atrás y retomo la huella que me devuelve a la luz, bordeo el bosquecillo los ciento cincuenta metros restantes y comienzo la historia nuevamente.
La esquina, la única esquina al fondo, muy cerca el campo todo lo devora, son tan solo cincuenta metros de construcciones que contienen al taller mecánico del llanero solitario, verdadero museo de cosechadoras tractores e implementos que cuentan la historia de la pampa gringa en doce segundos, no entro, no hay nadie pero no entro, vuelvo hacia la esquina, contemplo el surtidor a palanca e intento adivinar cuanto sucedía en tan poco espacio, de repente se abre una de las puertas, salen cuatro o cinco perros y el caballero en cuestión se asoma para contemplar al extraterrestre, cruzo un hola no correspondido, anuncio que ando sacando fotos y que el lugar me parecía fantástico, no obtengo respuesta, no digo nada mas y el hombre vuelve a su inframundo, pareceré un Alien bueno, o quizás fue a buscar la escopeta, los perros olfatean y se van, pasan segundos nada ocurre y pasamos a la siguiente escena.
"Aprobado por la Dirección General de combustibles", reza la indicación del viejo Siam Di Tella, único registro visible de un futuro que nunca llegó, un proyecto de pueblo rural truncado allá por los sesentas cuando Onganía despobló de colonos la comarca gringa, cuando de más de cien quedaron ocho que se convirtió en uno solo que espera sin desesperar.
Aún restaba por encontrar al viejo edificio capturado por la naturaleza, me sumerjo por donde puedo sin todavía adivinar un solo ladrillo de la construcción, avanzo metros muy lentamente y ahí estaba derrotada por la historia, el saqueo y la fertilidad de la tierra.
No ví los nomencladores, ni basura humana, indicio que nadie anda por estos parajes, y como reza el artículo 71 de la nueva constitución del Ecuador, aquí la Naturaleza manda, ella tiene el control total sobre cualquier atisbo de intervención cultural, busco la salida mas probable, salgo pasando la única esquina y no vuelvo, emprendo el camino que me trajo hasta el mundo fantástico de Francisco Paz, ando rápido no sea que el amigo haya encontrado la carabina, o que los crujidos del bosque hayan despertado de su letargo a los fantasmas, la nave quedó aterrizada lejos y los propulsores a chorro no funcionan por falta de repuestos.
El camino desaparece, la estación se divisa pero un profundo zanjón me imposibilita el paso, serán unos cuatro o cinco metros de profundidad pero con una abrupta caída, podría bajar pero me costaría subir y en verdad no estaba para la heroica, del otro lado no me esperaba la princesa de mis sueños, esquivo dos animales muertos y me interno por el bosque de acacias, eucaliptus y moras salvajes buscando un paso posible, de repente aparece un espacio bastante libre que se adivina como el piso del galpón, volatilizado, alguien lo desmanteló en su totalidad, posibilidad mas que concreta.
No hay pasada ni hacia el edificio, ni hacia el camino, vuelvo para atrás y retomo la huella que me devuelve a la luz, bordeo el bosquecillo los ciento cincuenta metros restantes y comienzo la historia nuevamente.
La esquina, la única esquina al fondo, muy cerca el campo todo lo devora, son tan solo cincuenta metros de construcciones que contienen al taller mecánico del llanero solitario, verdadero museo de cosechadoras tractores e implementos que cuentan la historia de la pampa gringa en doce segundos, no entro, no hay nadie pero no entro, vuelvo hacia la esquina, contemplo el surtidor a palanca e intento adivinar cuanto sucedía en tan poco espacio, de repente se abre una de las puertas, salen cuatro o cinco perros y el caballero en cuestión se asoma para contemplar al extraterrestre, cruzo un hola no correspondido, anuncio que ando sacando fotos y que el lugar me parecía fantástico, no obtengo respuesta, no digo nada mas y el hombre vuelve a su inframundo, pareceré un Alien bueno, o quizás fue a buscar la escopeta, los perros olfatean y se van, pasan segundos nada ocurre y pasamos a la siguiente escena.
Aún restaba por encontrar al viejo edificio capturado por la naturaleza, me sumerjo por donde puedo sin todavía adivinar un solo ladrillo de la construcción, avanzo metros muy lentamente y ahí estaba derrotada por la historia, el saqueo y la fertilidad de la tierra.
No ví los nomencladores, ni basura humana, indicio que nadie anda por estos parajes, y como reza el artículo 71 de la nueva constitución del Ecuador, aquí la Naturaleza manda, ella tiene el control total sobre cualquier atisbo de intervención cultural, busco la salida mas probable, salgo pasando la única esquina y no vuelvo, emprendo el camino que me trajo hasta el mundo fantástico de Francisco Paz, ando rápido no sea que el amigo haya encontrado la carabina, o que los crujidos del bosque hayan despertado de su letargo a los fantasmas, la nave quedó aterrizada lejos y los propulsores a chorro no funcionan por falta de repuestos.
Wow! Qué lugar fantástico nos has traído! Estos parajes abandonados, donde la naturaleza, como vos decís, manda y se apropia, tienen una magia para los amantes de la fotografía, irresistible! Recuerdo, hace muchos años, haber encontrado uno de estos sitios en medio de la Patagonia (Chubut), y me gasté, solo allí, 2 rollos de los viejos de 35 mm, sacando fotos en todos los rincones! Gracias por compartir tus descubrimientos. Abrazo, Rodo.
ResponderEliminarVerdaderamente por alguna extraña e indescifrable razón estos lugares en donde se ha extinguido la noción de vida urbana me apasionan, me siento como el arqueólogo del programa de Tato Bores cruzado con el penúltimo sobreviviente de un cataclismo a escala regional.
ResponderEliminarDevele el nombre del pueblo patagónico que la apasionó en su momento, quizás sea destino para este cronista de ÓxidoTV.
Abrazo, Patzy.
Rodolfo, lo felicito por rescatar estos pueblos agricolas, algunos casi ignorados por la gran mayoria, como habitante del Depto Gral Lopez, desconozco en que parte dela provincia se encuentra este paraje, podria indicar como llegar? Desde ya le agradezco hacernos conocer mas nuestra pampa grande!
ResponderEliminarPato, Francisco Paz se ubica en el Departamento Constitución, podes acceder a él desde la localidad de Acebal, por un camino de tierra que atraviesa otro pueblo casi fantasma llamado Maizales, o por el camino paralelo a las vías que se empalma circulando por la ruta provincial 90 entre Máximo Paz y Santa Teresa. son unos 10 kilómetros que contienen una estación de trenes abandonada en un cruce de vías.
ResponderEliminarSi te gustan esos lugares con cierto misterio Francisco Paz es plato principal.
Saludos, gracias por la visita y me enorgullece el poder mostrar la belleza no siempre reconocida de nuestra pampa grande.
Hola, buenas tardes, de casualidad encontré esta publicación. Te cuento que mi abuelo vivió en Francisco Paz, esa esquina pertenece a la familia de el. El ahora tiene 95 años y esta viviendo en Pcia. de Bs As. Si necesitas información sobre el pueblo, te puedo pasar el numero de teléfono de él.
ResponderEliminarSaludos.