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miércoles, 28 de agosto de 2013

Máximo Paz, Santa Fe, Argentina

Todavía con los acordes de la sinfonía Francisco Paz retumbando en la cabeza, desando camino por la Provincial 90 rumbo a Máximo Paz, población que me resulta un tanto afín ya que conozco buena gente que allí mora, y con la que siempre intercambiamos información sobre la realidad de la comuna.
El pueblo fue fundado el 14 de enero de 1890 por Marcelo Paz, quién le diera el nombre de su hermano, gobernador de la Provincia de Buenos Aires. El 11 de enero se presenta un petitorio a las autoridades provinciales a efecto que se aprueben los planos que contenían el trazado urbano y la colonia lindante, el 13 Marcelo, Máximo y Agustina Paz donan los terrenos destinados para la plaza y edificios públicos, el 14 se aprueba la traza y el 18 de mayo se habilita la estación del ferrocarril como parte del ramal Villa Constitución-Río Cuarto.

La primera imagen que capturo corresponde a una vieja casona en esquina que correspondió a una antigua fonda y posada que cuentan hace años que intentan reciclarla para que luzca con algo de su esplendor original, luego el espacio estación, en parte ocupado por una radio cuyos componentes cuidan el predio con bastante celo, incluso tienen organizados espacios culturales que son utilizados por los jóvenes paceños, muy buena idea!
Bellos silos de chapa completan el conjunto, todo protegido por una frondosa arboleda que seguramente servirá de reparo durante los calores estivales.
El sol y el mediodía comienzan a producir el efecto hambre y sed, interiormente me digo quizás me cruce con Don López, con Acáttoli, con Motto, quizás se sorprendan y hasta quizás me inviten con algo, una cervecita, una empanada, un ferné, un costillar, un lechón, dos aceitunas, me doy....
Sigo hacia la plaza Sarmiento, hay buenos edificios de vieja data y mucha tranquilidad de sábado.
La Iglesia San Miguel Arcángel luce en la esquina y una vieja fábrica espera su turno para volver a comunicar esplendor. Camino sin prisa en total soledad, las primeras horas de la tarde pertenecen al sagrado ritual de la siesta, y no hay ni rastros de mis amigos, de todas maneras la hora se hacía inadecuada para la visita.
Una vieja gasolinera, perdón por el término pero lo prefiero a "estación de servicio", decía, una vieja gasolinera desespera en una céntrica esquina, cierto lenguaje art decó le sienta bien, y por la hora comienzo a despedirme de Máximo Paz, aún me resta conocer Santa Teresa para luego ya entrada la noche volverme para Rosario.
Amigos, para la próxima vez aviso y en verdad siendo las tres de la tarde y con el pescado sin vender, aceptaba chizitos, caramelos mumú, ferroquina bisleri, una alpargata, Lecop, Patacones....

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