Hacia 1890 la Estación Maizales tenía vida propia, habiéndose convertido en el mayor centro de cargas del Ferrocarril Central Argentino que vinculaba Buenos Aires con Córdoba, pero un día apareció en escena un caballero español llamado Miguel Mugueta que compró tierras en las cercanías del pujante emprendimiento con el fin de venderlos posteriormente para generar un futuro pueblo. Fue así que en marzo de 1916 el gobierno provincial de Santa Fe autorizó los planos propuestos por don Miguel y éste tuvo la promisoria visión de vender los lotes a bajo precio para conformar prontamente un pueblo que se denominó Villa Mugueta. La determinación gubernamental dejó profundas heridas abiertas entre los habitantes de Maizales, que a pesar de las expectativas fue declinando poder en favor de la incipiente población constituida, el futuro promisorio nunca llegó a consolidarse y hoy la diferencia entre las dos poblaciones es enorme.
Una anécdota popular da cuenta que durante una incursión nocturna alguien se llevó los libros de la Comisión de Fomento de Maizales, terminando así se sellar el destino del pueblo. Recorrerlo hoy día genera esa mezcla de placer y cierta tristeza por lo que pudo haber sido y no fue, su estación, su diminuto bar y despensa, acorde a la escala mínima de la población, el viejo edificio de la comisaría y no mas de diez casas dispersas apenas dejan entrever el pasado.
Si uno anda con apuro Maizales pasa desapercibido como un caserío perdido en la inmensidad de la pampa sojera, pero si se tiene la voluntad de dedicarle un tiempito, enamora al instante, sus desprovistos seducen, sus espacios vacíos se llenan con historias que terminan armando el rompecabezas, sus silencios aturden y por doquier aparece el cielo.
Una anécdota popular da cuenta que durante una incursión nocturna alguien se llevó los libros de la Comisión de Fomento de Maizales, terminando así se sellar el destino del pueblo. Recorrerlo hoy día genera esa mezcla de placer y cierta tristeza por lo que pudo haber sido y no fue, su estación, su diminuto bar y despensa, acorde a la escala mínima de la población, el viejo edificio de la comisaría y no mas de diez casas dispersas apenas dejan entrever el pasado.
Si uno anda con apuro Maizales pasa desapercibido como un caserío perdido en la inmensidad de la pampa sojera, pero si se tiene la voluntad de dedicarle un tiempito, enamora al instante, sus desprovistos seducen, sus espacios vacíos se llenan con historias que terminan armando el rompecabezas, sus silencios aturden y por doquier aparece el cielo.
Bello mi querido Maizales... gracias!!
ResponderEliminar