Estancia La Chica, Buenos Aires, Argentina

Hay que tomar por el camino de tierra, una vez que pasa el almacén a mano izquierda, viene una curva pronunciada, siga un par de kilómetros y ahí se abre un camino para el mismo lado, pero no se preocupe, se ve desde la ruta.
Tomamos el camino de tierra, dejamos atrás varias curvas pronunciadas, pasamos varios desvíos a la izquierda, pero no vimos ni el almacén, ni el edificio que supuestamente se ve desde la ruta.
Consultamos con un par de personas y nada, tan sólo un pregunte ahí en la casa.
Preguntamos en la casa, a una persona, a dos, hasta que aparece en escena un viejito muy viejito que sin decir nada señala con un palito que tenía en la mano hacia el sur.
-La ve, allá se ve la torre!
-Donde maestro?
-Allá, no la ve?
-Allá?, no, no la veo
-Y como se llega allá?
-Salgan al camino, serán unos tres kilómetros, pasen un cruce y en la próxima entrada doblen a la izquierda
-No la ve?
-Donde?
-Allá!

Con la precisión de un GPS Seiko Platinum, las indicaciones del viejito viejito nos enfrentaron al océano de soja y al casco de La Chica navegando sin rumbo y a la deriva.

Verdaderamente impresiona por la pureza de sus líneas y el entorno, llegar hasta el edificio significa atravesar ese mar ocre, plagado de miles de langostas que hablan de cierta falta de atención por parte de los encargados del cuidado del campo.
El interior está en pésimas condiciones, el cielo raso puede caer en cualquier momento, los suelos que dan a los sótanos están destruidos y el riesgo de accidente es más que posible, por lo tanto y para no comprometer a nadie desisto de subir hacia la planta alta.

Pasado el mediodía significaba que era hora de volver para Salto, la promesa de retornar para la hora de la puesta del sol quedó sellada entre ruinas y langostas.

18.35, el Amigo Gustavo y quién relata se hallaban posicionados para una puesta de sol gloriosa, con cielo despejado y horizonte casi perfecto, dije casi..., si, dije casi.

El sol da de lleno en la fachada.

Horizonte limpio, tan sólo un pequeño árbol allá a lo lejos

Estamos parados sobre un camino angosto, con alambrados a los costados

Ey!, el arbolito, corran el arbolito

Que el árbol no te tape el sol

Me voy, Gustavo, apagá la luz