La tierra del camino que corre paralelo a las vías del FCO me deposita en un pequeño pueblo del Partido de Alberti denominado Coronel Seguí.
El relato histórico nos dice que el 5 de diciembre de 1907 el The Buenos Aires Western Railway Limited habilita al tráfico la estación Coronel Francisco Seguí para su ramal Suipacha-Bayauca.
Originariamente la misma se ubicaba en el cuartel V del Partido de Chacabuco, pero en el año 1910 pasa a formar parte de Alberti, según la ley de creación de éste último, promulgada el 10 de junio de 1910.
La zona contigua a la parada se denominaba El Paraíso en alusión a la estancia de Don Nepomuceno Tererro, propietario de una extensa fracción de tierras que desde el Río Salado se adentraba en el Partido de Chivilcoy. A partir del 1866 esta porción de tierra pampeana comenzó a fraccionarse, adquiriendo parte de la misma Don Thomas Elliff, un irlandés que sería el propietario de las tierras en donde se asentó la estación del FCO.
Italianos, irlandeses, portugueses, españoles, uruguayos y criollos serán los primeros habitantes de un núcleo poblacional formado en torno a la parada ferroviaria. El loteo que determinará el trazado del futuro pueblo fue posterior al establecimiento de los primeros pobladores, ese hecho determinará que su actual trazado no corresponda a la forma de damero planificado que presentan otras poblaciones cercanas como Coronel Mom o la mismísima Villa María, núcleo habitacional primigenio que devino en fantasmal al no ser favorecido con el paso del ferrocarril.
Recorrer el pequeño asentamiento pampeano de 146 habitantes resultó ser una circunstancia muy motivante, el encuentro con la Capilla del Santo Cristo escondida detrás de los sembrados, las callecitas de eterna sombra, las casas en ochava, la textura del ladrillo, las publicidades del recuerdo y esos silencios centenarios interrumpidos por algún saludo con algún vecino, siempre a paso deliberadamente lento por los suelos de antaño.
El viaje continúa por el maltrecho camino de tierra en la búsqueda del último pueblo del recorrido, todavía hoy en la distancia temporal me vuelven recurrentemente las imágenes del placer que significó caminar bajo esas sombras sobre esas históricas veredas a paso deliberadamente lento.
El relato histórico nos dice que el 5 de diciembre de 1907 el The Buenos Aires Western Railway Limited habilita al tráfico la estación Coronel Francisco Seguí para su ramal Suipacha-Bayauca.
Originariamente la misma se ubicaba en el cuartel V del Partido de Chacabuco, pero en el año 1910 pasa a formar parte de Alberti, según la ley de creación de éste último, promulgada el 10 de junio de 1910.
La zona contigua a la parada se denominaba El Paraíso en alusión a la estancia de Don Nepomuceno Tererro, propietario de una extensa fracción de tierras que desde el Río Salado se adentraba en el Partido de Chivilcoy. A partir del 1866 esta porción de tierra pampeana comenzó a fraccionarse, adquiriendo parte de la misma Don Thomas Elliff, un irlandés que sería el propietario de las tierras en donde se asentó la estación del FCO.
Italianos, irlandeses, portugueses, españoles, uruguayos y criollos serán los primeros habitantes de un núcleo poblacional formado en torno a la parada ferroviaria. El loteo que determinará el trazado del futuro pueblo fue posterior al establecimiento de los primeros pobladores, ese hecho determinará que su actual trazado no corresponda a la forma de damero planificado que presentan otras poblaciones cercanas como Coronel Mom o la mismísima Villa María, núcleo habitacional primigenio que devino en fantasmal al no ser favorecido con el paso del ferrocarril.
Recorrer el pequeño asentamiento pampeano de 146 habitantes resultó ser una circunstancia muy motivante, el encuentro con la Capilla del Santo Cristo escondida detrás de los sembrados, las callecitas de eterna sombra, las casas en ochava, la textura del ladrillo, las publicidades del recuerdo y esos silencios centenarios interrumpidos por algún saludo con algún vecino, siempre a paso deliberadamente lento por los suelos de antaño.
El 10 de mayo de 1910 Doña Herminia Herrera de Lagrotte inaugura el ciclo lectivo de la recientemente creada escuela 26, ofreciendo unas sentidas palabras a Emilia, Anatilde, Gregoria y Leontina, las cuatro alumnas inscritas. El edificio que constaba de una sola aula fue trasladado a una casa próxima a las vías del ferrocarril hasta 1949, año en que se construyó una edificación acorde a las necesidades de una población creciente. Hoy dicho edificio alberga a la escuela 23 Vicente Barbieri.
Coronel Seguí cuanta con sala de primeros auxilios, dos firmas cerealeras, cooperativa eléctrica, servicio de agua corriente, biblioteca pública, Internet, el club Independiente y un sentido reclamo en pos del pavimento que nunca llega.