Viajes por pueblos perdidos, olvidados, polvorientos, sitios que se han borrado de los mapas oficiales, pero que guardan secretos y bellezas para quién se asome a ellos.
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lunes, 26 de diciembre de 2011
Más sobre Melincué, Santa Fe, Argentina
Seamos justos Melincué es algo más que su flamante Casino, su hermosa y trágica Laguna y su ex Hotel devorado por las aguas, tiene una hermosa plaza de dos manzanas, arbolada y con mesas para pasar un rato a la sombra, sitios para comer abundante y barato, reductos más coquetos con buena música, pero si ahondamos más allá de los placeres básicos, una buena caminata por la via bajo un perfecto túnel de árboles, la vista a una planta de silos igualita a las que se ven en Nebraska, o por ahí cerca, el sitio arqueológico "Estación de Ferrocarril", otrora punto vital para la recepción y distribución de los más de 5000 turistas que llegaban los fines de semana en tren, y su famoso Mangrullo parte del sistema de fuertes que protegían a los blanquitos de la horda de salvajes que según dicen eran los verdaderos dueños de la tierra, fíjese que cosa compadre, les roban las tierras y todavía protestan, Jaime preparáme el carruaje pliss.
Para finalizar un cartel de la sodería local, con un tono simpático. En resúmen véngase para éstos pagos del Sur santafesino, encontrará historia, belleza natural, sitios arqueológicos contemporáneos, y de yapa Casino, buena comida, y gente que te saluda con onda sin conocerte, motivo suficiente para sentirse parte de la comunidad.
Para finalizar un cartel de la sodería local, con un tono simpático. En resúmen véngase para éstos pagos del Sur santafesino, encontrará historia, belleza natural, sitios arqueológicos contemporáneos, y de yapa Casino, buena comida, y gente que te saluda con onda sin conocerte, motivo suficiente para sentirse parte de la comunidad.
domingo, 25 de diciembre de 2011
El Titanic de las pampas, Hotel Balneario, Melincué, Santa Fe, Argentina
La entrada anterior pretendió ser informativa, ésta tendrá un carácter mas vivencial, en verdad hacía mucho tiempo que quería enfrentarme al gigante herido, por fin pude hacerlo en una vacación de un día, aprovechando la mañana temprano y especialmente el atardecer y el ocaso ya que la laguna da al O, el sol pegaba impiadosamente, el salitre de la laguna ardía, pero nada importaba ante esa maravillosa visión, sí, sí comprendo que tal entusiasmo y excitación no sintonicen con la mayoría de la gente, pero las sintonías son infinitas, y cada uno vibra con una longitud de onda distinta en cuanto al espectro de cosas que nos emocionan y les aseguro que alguna energía especial dominaba la escena, sobre todo cuando por la noche me tocó apagar la luz y cerrar la puerta con llave, el irme último me ayudó a comunionar aún más con esa silueta que se fundía con la negritud, sóla, triste, muy cerquita de su previsible final de escombros en la playa.
Verdaderamente recorrí esos casi 2 kilómetros que separan al Hotel de la ruta 90 y el faraónico Casino, dándome vueltas constantemente como con ganas de no decirle nunca adiós.
Verdaderamente recorrí esos casi 2 kilómetros que separan al Hotel de la ruta 90 y el faraónico Casino, dándome vueltas constantemente como con ganas de no decirle nunca adiós.
Lo que el agua se llevó, capítulo II. El Hotel Balneario, Melincué, Santa Fe, Argentina
Otro desafiante proyecto de la burguesía de los 30, sepultado bajo metros de agua de la Laguna Melincué, al S de la Provincia de Santa Fe, otro Titanic de las pampas, equipado con lo mejor de la época que no soportó la ingenuidad humana que creyó que la solidez de una estructura podía hacerle frente a una lluvia de 300mm y a un viento que se tragó literalmente a la isla que alojaba al Hotel.
Hoy Melincué tiene poco más de 2500 habitantes, en la época de esplendor de su orondo gigante duplicaba esa población y para los fines de semana recibía unos 15000 turistas que se deleitaban con las aguas mansas.
Era allí, adonde la gente llegaba con carruajes y sus empleados para pasar el fin de semana en una de las 34 habitaciones. El comedor con orquesta, la playa con casillas de madera y que, con el tiempo, llegó a tener estación de servicio, usina, pista de aterrizaje, una cancha para carreras cuadreras, bowling, muebles provenzales y un piano de cola para quien se animase con algún acorde.
Una pasarela de 1500 metros, hecha con palos de quebracho, permitía a los automóviles llegar hasta el balneario. Y por allí se asomaban vehículos con familias que venían desde Rufino, Venado Tuerto, Casilda y hasta Rosario.
El Hotel Balneario sufrió la primera inundación en 1941 y permaneció cerrado hasta 1961. Allí comenzó otra etapa. En 1967 se inauguró el Club Náutico y y la isla era visitada por multitudes, en 1971 fue concesionado a Esther Taconi que lo condujo airosamente hasta esas trágicas jornadas de 1975, en donde la naturaleza hizo su jugada y en un santiamén hundió al esplendoroso Balneario, desangrando su estructura, pero que no pudo con su espíritu que sigue resistiendo a la naturaleza y a los funcionarios cuya miopía no les deja ver más allá del flamante Casino, mega obra descontextualizada que parece calcada de una de las tantas del desierto de Nevada.
Hoy Melincué tiene poco más de 2500 habitantes, en la época de esplendor de su orondo gigante duplicaba esa población y para los fines de semana recibía unos 15000 turistas que se deleitaban con las aguas mansas.
Era allí, adonde la gente llegaba con carruajes y sus empleados para pasar el fin de semana en una de las 34 habitaciones. El comedor con orquesta, la playa con casillas de madera y que, con el tiempo, llegó a tener estación de servicio, usina, pista de aterrizaje, una cancha para carreras cuadreras, bowling, muebles provenzales y un piano de cola para quien se animase con algún acorde.
Una pasarela de 1500 metros, hecha con palos de quebracho, permitía a los automóviles llegar hasta el balneario. Y por allí se asomaban vehículos con familias que venían desde Rufino, Venado Tuerto, Casilda y hasta Rosario.
El Hotel Balneario sufrió la primera inundación en 1941 y permaneció cerrado hasta 1961. Allí comenzó otra etapa. En 1967 se inauguró el Club Náutico y y la isla era visitada por multitudes, en 1971 fue concesionado a Esther Taconi que lo condujo airosamente hasta esas trágicas jornadas de 1975, en donde la naturaleza hizo su jugada y en un santiamén hundió al esplendoroso Balneario, desangrando su estructura, pero que no pudo con su espíritu que sigue resistiendo a la naturaleza y a los funcionarios cuya miopía no les deja ver más allá del flamante Casino, mega obra descontextualizada que parece calcada de una de las tantas del desierto de Nevada.
Barro tal vez, Shaw, Buenos Aires, Argentina
En verdad el viaje por el Sur Bonaerense no terminaba en Azul, si no en Shaw, y como notas finales de una buena travesía no podía faltar una pequeña dosis de aventura, fueron 10km de un barro arcilloso ultra resbaladizo, un auto indomable y un guía ocacional que se encomendaba al Señor ante cada cruzada, cual pastor brasileño en la transnoche de América. El destino final valió la pena, al menos para mí, y para él que se aseguró 10mg más de fe, cosas que ocurren en éstas pampas profundas, chúcaras, pero que nos premian con esas vastedades cuasi infinitas, esos despojos ferroviarios, el imperio del verde y esos sonidos tan parecidos a los más profundos silencios.
miércoles, 14 de diciembre de 2011
Una ventanita, un salar, la magia de los símbolos, Salinas Grandes, Córdoba, Argentina
Para quién se jacta de haber transitado casi todos los salares de la región el no conocer las Salinas Grandes era una ofensiva contradicción, bueno, le llegó su turno y mi turno, y en verdad nada tienen que envidiarle a los globalmente reconocidos, y más si lo observamos desde su abandonado pueblo minero, mezcla de sitio extremo de la puna con acento cordobés, de fernet con coca, no la del imperio claro.
Me pasé casi tres horas bajo un implacable sol de diciembre, investigando que fue lo que ocacionó mi amor incondicional por estos sitios, y en verdad no encontré respuesta alguna, los amores incondicionales no responden a lógicas, responden a ciertos estados de reprimida locura.
Debo la carga de material de este periplo por el NE cordobés, como así el de la enigmática Laguna Melincué, lugares por cierto lejanos a los top del verano, pero con una carga emotiva y paisajística que opaca cualquier destino de modita temporal.
Me pasé casi tres horas bajo un implacable sol de diciembre, investigando que fue lo que ocacionó mi amor incondicional por estos sitios, y en verdad no encontré respuesta alguna, los amores incondicionales no responden a lógicas, responden a ciertos estados de reprimida locura.
Debo la carga de material de este periplo por el NE cordobés, como así el de la enigmática Laguna Melincué, lugares por cierto lejanos a los top del verano, pero con una carga emotiva y paisajística que opaca cualquier destino de modita temporal.
martes, 6 de diciembre de 2011
Cultura 0, Naturaleza 2, Hotel abatido por las aguas, Melincué, Santa Fe, Argentina
Imágen que inaugura una visita al pueblo de Melincué al S de Santa Fe, sitio que sufríó durante los 70 y los 80 el embate de las aguas de su laguna que tapó todo lo que la rodeaba, resultando como emblema de tal situación el viejo Hotel construído en los 30 por los terratenientes de la zona con visión de futuro (humano), desafiando o ignorando las leyes de la tierra, que como en Epecuén fijaron posición ante tanta ingenuidad, mezquindad o simple desconocimiento. De todas maneras la estructura sangrante, doliente, abandonada muestra sus heridas de una manera desgarrante, bellamente desgarrante.
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