Un proceso de exploración de formas, materialidades y usos en el momento preciso en que la ruptura local entre lo académico y la modernidad estaba en debate.
El momento histórico en el que realizó sus obras (1936-1943) estuvo cruzado por un marcado sesgo autoritario en donde convivían conservadurismo liberal con estado interventor, una supuesta flexibilización de clase con represión oficial, fraude y un atisbo de libertad que seguramente marcaron el sentido de su obra, otro lo signaron su admiración por el futurismo y el expresionismo, la exploración de nuevas tecnologías en especial el uso masivo del hormigón armado, la sistematización de procesos, el diseño global, el art decó, la Bauhaus, la vanguardia y a reacción ante el mundo clásico, todas esa instancias fueron pautas para un diseño único, nuevo y ecléctico pero monolítico a la vez.
Durante sus comienzos vivía de pavimentar calles con su hermano Ángel en la zona del Valle de Punilla en Córdoba, desde siempre tuvo encontronazos con el establishment de la reaccionaria y académica Sociedad Central de Arquitectos que jamás publicó trabajo alguno de él ni siquiera los galardonados, como el premio obtenido para la portada de la revista impulsada por la propia sociedad. Por esos mismos días de 1927, otro vanguardista Alejandro Virasoro había publicado un artículo denominado "Tropiezos y dificultades para el desarrollo del arte nuevo", en donde señalaba la actitud de esos sectores conservadores, enraizados en la corporación como los responsables de la negación de los cambios que venían presionando el arte en el mundo entero.
Sus primeros trabajos arquitectónicos en el Valle fueron de neto corte neocolonial, una expresión claramente contestataria al acartonamiento academicista, registro arquitectónico que lo utilizaría posteriormente en delegaciones comunales de escala mas reducida.
Para 1935 comenzó a interesarse por los municipios bonaerenses, ya que éstos recibían créditos para financiar obras referidas a mejorar su equipamiento e infraestructura. Allí se le ofrecía un mercado vastísimo, pues de los 110 partidos de la provincia muchos requerían de obra nueva y asistencia.
Balcarce fue el primer cliente y para él construyó un matadero, cuatro delegaciones, el portal del cementerio, un corralón y la denostada y revolucionaria plaza central, todas las obras se inauguraron a término, exactamente el 6 de setiembre de 1937, aniversario del golpe de Uriburu. Con semejante carta de presentación y ya con Fresco como gobernador de la provincia de Buenos Aires, los próximos seis años lo encontrarían embarcado en la más extensa y fabulosa realización de obra pública jamás producida en Argentina.
El Matadero de Guaminí está bajo la órbita comunal, permite libre acceso, se encuentra entero pero en malas condiciones, esperando partidas presupuestarias para su reciclado urgente. Veremos con posterioridad que ya hay obras de remodelación en otros ubicados en la zona, por ello uno guarda esperanzas que los fondos para la obra no se demoren demasiado, teniendo en cuenta además la revalorización del universo Salamone y el aporte económico que puede ingresar a las arcas municipales en concepto de turismo cultural.
Los cielos diferentes indican que las tomas fueron hechas en dos momentos, algunas corresponden a la tarde del primer día, y otras a la mañana del segundo, con el sol bañando al frente del edificio, y por suerte sin camiones por delante.
La próxima entrada corresponderá a la delegación municipal y al conjunto plaza Alsina, la obra de Salamone tendrá siempre apartados especiales ya que por sus características formales y por los misterios y controversias que generan sus actuaciones y personalidad, tiene un especial atractivo para mí.
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