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sábado, 30 de noviembre de 2013

Bahía Blanca, la ciudad, Buenos Aires, Argentina

La tarde del quinto día se la dedico a un recorrido por Bahía Blanca, descubriendo lugares que tienen una relación con las temáticas que me apasionan, el ferrocarril, la arquitectura, el fútbol (no siempre presente), hechos y obras que hablan desde el pasado.
La caminata se inicia desde las entrañas mismas del Hotel Muñiz, centenario edificio con una fachada decorada con imponentes gárgolas, le sigue otro edificio ubicado sobra la calle O'Higgins y posteriormente una serie de tomas sobre la Avenida Colón buscando las casas del ferrocarril y el Club Olimpo.
La empresa de Ferrocarril Pacífico (BAP), realizó una serie de obras en la ciudad, entre ellas las viviendas multifamiliares en dos plantas sobre la calle Brickman, entre Avenida Colón y Donado, próximas al Mercado Victoria y la usina eléctrica de la compañía ferroviaria.
Una crónica del diario Bahía Blanca del 4 de mayo de 1906 rezaba lo siguiente.
"En la tarde de ayer se colocaron los primeros cimientos, vale decir la piedra fundamental del hermoso conjunto de palacetes proyectado por el progresista directorio del BAP, en la sección denominada Barrio del Noroeste, que constituirá en breve tiempo uno de los rincones mas pintorescos de toda la ciudad".
El barrio inglés fue concluido en 1908, constaba de 13 grupos edilicios, en planta baja y alta, con dos viviendas apareadas por planta, por lo tanto cuatro por grupo que totalizaban 52 unidades.
Estas viviendas fueron propiedad del ferrocarril hasta 1996, luego pasaron a estar en poder de sus moradores quienes han efectuado en algunos casos reformas que comienzan a desvirtuar el concepto inicial de la obra.

Antes de proseguir hagamos algo de la historia siempre bienvenida.
Los orígenes de Bahía Blanca, fundada el 11 de abril de 1828, pueden dividirse en un antes y un después de la "apropiación de los territorios a los originarios". En sus inicios este asentamiento era exclusivamente militar, y su fundador el coronel Ramón Estomba lo denominó Fortaleza Protectora Argentina. La Legión Agrícola Militar llegada en 1856 que funda y se instala en Nueva Roma, constituyó el primer emplazamiento de un grupo de inmigrantes bajo la tutela de la "fortaleza". Aniquilada la amenaza del originario se dan las condiciones políticas económicas para el despegue del nuevo enclave. Durante 1884 y 1885, la llegada del ferrocarril y la construcción del muelle de hierro se constituyen en un factor de integración regional y nacional, como así también en un multiplicador poblacional.
En 1895 ya era considerada ciudad, contando con todos los atributos que la hacían merecedora de tal título, escuelas, entidades bancarias, hospital, servicios y hasta diversos periódicos. Si para la Nación el 90 significó crisis, para la nueva ciudad no resultó tan así ya que su consolidación reciente le permite sortear con éxito los problemas nacionales, bajo el signo de la "iniciativa privada", ya que el gobierno central poco se acordaba de esta alejada región, tanto que durante años se persiguió la idea de cierta independencia, ligada a Bahía Blanca como la cabeza de una "nueva provincia".
El comercio de lanas y cueros aumenta, llegando a abrirse durante 1897 el Mercado de Frutos Victoria, obra ligada a los emprendimientos ferroviarios y portuarios.
El comienzo de la centuria encuentra a Bahía en pleno crecimiento, apuntalado por los ejes, ferrocarril, puerto, explotación agrícola, industria  ligada al campo y comercio, letra de manual que encaja perfectamente en el rol de país que vislumbraban las potencias dominantes.
Desando la Avenida Colón, vuelvo al hotel, una cervecita en el bar y nuevamente al ruedo en busca de la estación Bahía Blanca del Ferrocarril del Sud, actualmente cabecera del ramal a Constitución.
Una estación reciclada con un museo del deporte cerrado y otro referido a material rodante, también cerrado, una estación con personal que desconoce, o se hace el que desconoce el horario de apertura de los mismos, demasiada soledad e ineficacia para tanto material por mostrar.
Vuelvo hacia la Plaza Rivadavia, aquella ubicada en el mismo lugar donde alguna vez estuvo emplazada la Fortaleza Protectora Argentina. Este espacio verde adquiere distintas connotaciones a lo largo de la historia, lugar baldío, corral de animales, paseo cercado por puertas de hierro y finalmente plaza abierta como se conoce en la actualidad, hay una feria que congrega cientos de personas, la bordeo y me cruzo en búsqueda de la iglesia catedral.
El quinto día termina comenzada la noche, no tengo mas fuerzas para continuar yirando, cancelo una supuesta ida al cine para ver Wakolda, cancelo cena y me duermo cómodamente sabiendo que el sexto me llevaría al lugar deseado.
Día seis, desayuno enorme y salida para completar el periplo ciudadano que había quedado pendiente, la plaza vacía, hoy en martes lejos del feriado largo, el centro y la estación de Villa Mitre.
La iglesia catedral Nuestra Señora de la Merced fue concluida entre los años 1916 y 1920, sobre la base de otra que resultó insuficiente para el número creciente de población. En 1929 se termina la construcción, colocando el campanario y el reloj. Las dos últimas tomas corresponden al lindero edificio del diario La Nueva Provincia, con obras del escultor Vian, en donde se destaca la figura de Minerva en el remate del conjunto, apoyando un brazo en la prensa y levantando en el otro la antorcha libertaria.
La estación Bahía Blanca del Ferrocarril Rosario a Puerto Belgrano, fue inaugurada en marzo de 1922, cumpliendo esta función hasta el 9 de julio de 1949, comenzando desde el 11 del mismo mes a operar los trenes de esa línea desde la Estación Bahía Blanca Sud. El edificio estuvo cerrado durante años hasta que se decidió utilizarlo como terminal de ómnibus, permaneciendo así durante sesenta años hasta que se construyó una muy moderna terminal contigua a ésta y se recicló el mismo para ser utilizado como dependencias municipales.
Recorro Villa Mitre un barrio marcado por viejos establecimientos fabriles, retomo las calles del centro y vuelvo al Muñiz a la espera de Sergio, un amigo que se ofreció a conducirme hasta una ignota iglesia ubicada en la mas absoluta soledad de la pampa sureña, motivo cuasi principal del viaje

Estación Aguará, General Cerri, Buenos Aires, Argentina

La estación Aguará perteneció al Ferrocarril Pacífico, empresa que adquirió los derechos de construcción y explotación de una línea que vincularía Constitución (Buenos Aires), con Bahía Blanca y Carmen de Patagones. Las obras se iniciaron en 1910, arribando a la primera estación, Aguará distante tan sólo 5 kilómetros en el año 1912, hecho que marca el marcado desinterés que presentaba la empresa adquirente
En la estación se desembarcaba hacienda para el frigorífico Sansinena.
En agosto de 1947 empieza a regir un nuevo servicio ferroviario entre Bahía y Aguará, y utilizando el ramal que vinculaba la estación con el frigorífico, los empleados bahienses podían llegar hasta las mismísimas puertas de sus trabajos.
Durante la década del noventa la línea contaba con los servicios a Patagones, y el recordado tren a Bariloche, luego el cierre de los ramales durante el reinado de Menem, abandonó la zona, ya que los servicios llegaban solo hasta Bahía y en el caso del tren a Bariloche, partía desde la rionegrina ciudad de Viedma.
En 2010 se reabren los servicios hasta Stroeder, pero duran muy poco ya que se cancelan durante 2011. Hace unos meses un tren de prueba reconoció el estado de las vías hasta Patagones con la intención que vuelva de una vez por todas a correr el famoso convoy hacia los lagos del sur.
Palomas a punto de batirse a duelo
Vuelvo hacia Bahía, el resto del quinto día y la mañana del sexto serán destinadas a recorrer la ciudad sureña, a la espera de poder realizar junto al Amigo Sergio la travesía que realmente me condujo hasta estos pagos del sur pampeano. 

Historias de sobrevivientes, Puerto Cuatreros (General Cerri), Buenos Aires, Argentina

Saliendo por el camino principal me crucé con varios restos de vías que seguramente correspondieron a desvíos o ingresos al frigorífico, unos pasos mas adelante se abre el camino que ingresa al chalet construído por el Ingeniero Huergo para el administrador del Sansinena, Paul Oliver, el parque fue diseñado y ejecutado por el arquitecto, paisajista y naturalista francés Carlos Thays, quién realizó casi la totalidad de su obra en Argentina. Entre sus trabajos más destacados se encuentran los Bosques de Palermo y el Jardín Botánico de Buenos Aires.
No quiero acercarme más porque el edificio está ocupado por las personas que llevan adelante la seguridad del predio, no es bueno forzar situaciones, más cuando la suerte ha estado de tu lado, sigo bajo una frondosa arboleda, paso por los talleres, el viejo surtidor que vaya a saber por que motivo no fotografié, y justo sobre el portón de ingreso libre me encuentro con la pequeña, la Kraus, tan importante ella que hasta tiene página de Facebook. "Amigos de la maquinita CAP"
La máquina en cuestión es una Kraus, número 4810, del tipo 0-4-0 T del año 1902, ella era una de las tres encargadas de arrastrar las formaciones que partían del Sansinena y llegaban con reses, cortes y menudencias congeladas hasta el Puerto Cuatreros, ubicado 3 kilómetros por delante. En 1948 se incorpora una cuarta máquina, una diésel mecánica marca Ruston, los vagones eran de caja de madera con dos ejes, desgraciadamente todo el material a excepción de nuestra amiguita fue rematado con diferentes destinos al terminar su uso. Actualmente existe un edificio destinado a museo que presumiblemente va a contener a nuestra oxidada heroína.
Salgo del predio y me encuentro con el ahora reciclado edificio de la Lanera Argentina S.A
En abril de 1905 se inaugura en Cuatreros hoy General Daniel Cerri, el lavadero de lanas y peladero de pieles Santa María, propiedad de la firma Soulas y Familia, habían pasado ya dos años de la instalación del frigorífico contiguo, hecho que impulsó a los propietarios a instalar esta industria destinada a recibir los cueros lanares, para lavarlos y acondicionarlos para su posterior exportación.
En 1929 el Soulas cambia su denominación por el de Lanera Argentina. En la década del cincuenta cunado se conforma la CAP, los herederos de Soulas y Flia, venden el paquete accionario y se quedan con Lanera Argentina, las dos empresas eran independientes pero el paquete accionario del Sansinena pertenecía al grupo Soulas. En 1973 deja de exportar lana y se dedica a ser una empresa de prestación de servicios.
La lanera le imprimió al paisaje ese espíritu industrial inglés con sus fábricas de ladrillos con techo a dos aguas y el grupo de viviendas contiguo también de ladrillos. Durante los noventa todas las alternativas pensadas para continuar con el funcionamiento de la planta fracasaron, conformación de una cooperativa, lavadero de polietileno y hasta visitas turísticas guiadas fueron emprendimientos que nunca prosperaron.
En 2001 el Banco de la Nación adquiere el establecimiento en remate y procede a su desguace (metáfora Argentina), durante 2004 el intendente de Bahía Blanca anunció la posibilidad de establecer un Parque Agroalimentario, para lo cual en 2008, compra la propiedad.
Al momento de mi visita el edificio se encuentra reciclado y espera ser ocupado como depósito de una importante cadena de electrodomésticos, de ahí que cuente con seguridad que hace infranqueable el acceso sin permiso previo de los actuales locartarios.
Me contacto con quién me devolverá a Bahía Blanca con escala previa en la estación Aguará, perteneciente a la línea a Carmen de Patagones, aquella vía que había cruzado camino al muelle.

jueves, 28 de noviembre de 2013

Puerto Cuatreros, Buenos Aires, Argentina

El African Reefer (1939)
En el año 1900, la compañía Sansinena le solicita al ingeniero Luis Augusto Huergo la construcción de un puerto, el mismo estaría destinado para desde allí exportar los productos elaborados en el frigorífico ubicado a 3 kilómetros de distancia. Fue inaugurado el mismo día que la planta industrial, el 1 de octubre de 1903. Para ese entonces ya se habían instalado las vías de trocha angosta que permitirían que tres locomotoras arrastraran formaciones con manufactura desde el Sansinena hasta el muelle de carga.
La exportación de carnes a Brasil, Inglaterra y Alemania se desarrollaba con menores fletes que otros puertos fluviales, de ahí su extensiva utilización casi sin interrupciones hasta 1925, año en que el muelle queda momentáneamente fuera de servicio.
En 1939, tras la suspensión de los embarques de carne para la exportación, las cámaras del frigorífico se alquilan a la empresa Argentine Fruit Distributors, para el enfriamiento y posterior embarque de fruta proveniente del alto valle del Río Negro rumbo a Europa en guerra, esta actividad prosiguió hasta 1947, año en que se reinician los embarques de carnes.
El Urmston Grange (1947)
La reactivación del muelle volvió a dar un fuerte impulso a la zona, potenciado por la importante demanda de carne por parte del extranjero. En 1952, con la transferencia a la Corporación Argentina de Productores de Carne, nace el CAP-Cuatreros
El 21 de diciembre de 1961, a causa del fuerte temporal de viento que se abatía sobra la zona, el muelle fue embestido por el buque Defoe, dañando sus defensas y pilotes, dejándolo prácticamente inoperable.
El 8 de agosto de 1962, el muelle recibe al buque Santa Teresita que carga 115 toneladas de carne ovina congelada hacia el puerto de Buenos Aires, siendo éste el último navío que sacó productos desde el frigorífico por Cuatreros. Entre marzo de 1947 y diciembre de 1962, se cargaron y despacharon 52 buques desde el muelle del puerto..
Hoy, llegar desde el edificio abandonado hasta el muelle significa transitar 3 kilómetros por un polvoriento camino, inusualmente transitado debido a la caída del puente que vinculaba directamente General Cerri con el Club de Pesca Cuatreros, entidad que ocupa la estructura del antiguo muelle de cargas.
El muelle es aprovechado por decenas de pescadores que despuntan su pasión desde las maltrechas tablas que luchan por mantenerse firmes en su lugar.
Me resulta muy grato transitar entre la historia, todavía quedan restos que intentan comunicar algo del pasado de esplendor que supieron conseguir.
Vuelvo, desandando esos tres kilómetros de polvoriento camino, entre partes del muelle, altos yuyales y basura urbana, cruzo las vías del ferrocarril Bahía Blanca-Carmen de Patagones, vuelvo a a pasar frente al CAP y busco la salida para volver al presente, pero justo frente al portón de entrada me espera otra sorpresa, una más.
Posó para la foto y volvió al agua