CAMINANDO LA PAMPA: El Dorado, Buenos Aires, Argentina

jueves, 16 de abril de 2015

El Dorado, Buenos Aires, Argentina

Para llegar a El Dorado se deben transitar 9 kilómetros por el pavimento destrozado de la provincial 50 y luego recorrer 14 kilómetros más por un camino de acceso en muy buenas condiciones.
La localidad pertenece al Partido de Leandro N. Alem y su historia nos indica como punto de partida la inauguración del ramal Chacabuco-Germania del BAP. El ferrocarril comienza sus operaciones el 1 de diciembre de 1909 y el terreno para el asentamiento de la estación es adquirido por la empresa a Don Benito Villanueva, propietario del establecimiento ganadero El Dorado.
El mérito de la fundación del pueblo le corresponde a la empres Buenos Aires al Pacífico que al edificar la estación dividió las tierras compradas para formar un casco urbano, pero el verdadero desarrollo de la localidad se la debemos al fraccionamiento y venta de chacras correspondientes a el establecimiento El Dorado, propiedad de Alberto Castex hasta 1925.

A partir de 1925 comienza el desarrollo sostenido de la comunidad, se instalan los primeros comerciantes fuertes, se lotea el lado norte de la estación, comienza a funcionar un hotel con restaurante, el club y la capilla dedicada a San Luis.
La debacle del ferrocarril y los malos caminos lograron que algunos vecinos partieran en su afán de buscar nuevos horizontes, pero en líneas generales la comunidad resistió y hoy con un buen camino de ingreso y pese al pésimo estado de la provincial 50 goza de buen pulso y salud
El equipamiento básico está completo ya que posee jardín de infantes, escuela primaria, destacamento policial, delegación municipal, sala de primeros auxilios con farmacia, cooperativa eléctrica y el Club Unión El Dorado con muy buenas instalaciones.

Además de sus centenarios edificios en ochava, sus casonas señoriales ahora destruídas, su estación bien preservada, su club y su capilla, El Dorado atesora tres hechos puntuales. El edificio de la delegación que es obra del maestro Salamone, el equipamiento de la plaza obra del mismo ingeniero-arquitecto y la nómina se completa con una pieza de verdadera arqueología urbana.