viernes, 5 de julio de 2013

Tercera parada, Villa Espil, oasis a cien metros del infierno, Buenos Aires, Argentina

El 6 de septiembre de 1936, al celebrarse una reunión del Consejo Deliberante, el Doctor Alberto Espil  manifestó el deseo de donar al Municipio una fracción de tierra en el cuartel 8° de San Andrés de Giles con el propósito de formar una población a la orilla de la ruta Nacional número 7 en memoria de su padre Felipe Santiago Espil. Así  el 22 de octubre de 1936 se colocó la piedra fundamental para formar una población.
En 1938 se inaugura la Escuela número 19, llamada Domingo French en honor a un militar que luchó en la Cañada de la Cruz, cerca del asentamiento del nuevo pueblo. En 1938 ve la luz la Sociedad de Fomento, y el el 39 se instala al policía, se erige el edificio comunal y se instala la el primer almacén sobre la ruta 7.
El 7 de marzo de 1983 se habilitó el Jardín de Infantes número 906, que funcionó hasta 1990 en el Club. Luego, en la Sala de Primeros Auxilios hasta que en 1997, el 28 de septiembre, se inauguró el edificio propio donde actualmente continúa funcionando
El 14 de febrero se inaugura la capilla San Felipe con líneas arquitectónicas muy interesantes, nótese como la reja toma la forma del edificio, copiando su curvatura
Villa Espil fue todo un descubrimiento, un pequeño caserío a una cuadra de la ruta 7, con una plaza tapizada por completo con un grueso colchón de hojas, bajo un infinito túnel de árboles desnudos. Recorrí todo el perímetro haciendo crujir la primavera distante y ese sonido disparó todo el archivo de memoria cuando de niño hacía lo mismo rumbo a la escuela.
Los colores de la plaza, la capilla, la madre, ese chiquitín y cierto desamparo, el surtidor, pájaros y perros curiosos, silencio relajante a cien metros del infierno vial. Regalos que me brinda el camino y que se me hace imposible no compartirlos.

2 comentarios:

  1. Y a tus seguidores se nos hace imposible no agradecer! Gracias, Rodo, por compartir estos lugares y esta, tu visión del otoño. Gran abrazo.

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  2. Gracias Patzy y te reitero que fue algo muy motivante caminar chapoteando sobre las hojas en cámara lenta sintiendo como a escasos cien metros decenas de conductores volaban a velocidades siderales tratando de llegar a quizás un sitio motivante, y eso me vale para cuando uno es el que mira sin ver, avanza sin parar o vive sin ser.
    Abrazo grandote.

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