sábado, 6 de diciembre de 2014

Ciudad de ricos corazones, Laguna Paiva, Santa Fe, Argentina

Las próximas cuatro entradas estarán relacionadas con el pueblo ferroviario de Laguna Paiva, hasta ahí llegué a mediados de noviembre con el objetivo de conocer un poco más sobre la historia de una comunidad signada por el esplendor y el ocaso del ferrocarril.
Como es de costumbre comienzo con un paseo por la historia para después continuar con las fotografías que irán acompañadas por una breve explicación de cada lugar retratado.
En la segunda mitad del siglo XIX se encontraban ubicadas en la región conocida como Ascochingas, 8 leguas al norte de la ciudad de Santa Fe, las tierras que eran propiedad de Don Domingo Tomás Cullen, 5 leguas cuadradas que le daban el marco natural a la Estancia Santo Domingo.
Cullen fallece en 1891 y sus propiedades fueron divididas entre su esposa y los ocho hijos del matrimonio, pero esta división no permaneció como tal por mucho tiempo debido al accionar del hijo mayor Don Reynaldo Cullen, quién le compra a su hermana Laura la parcela heredada y constituye con su madre una sociedad que se dedica a la cría de hacienda en el establecimiento Santo Domingo.
Por otra parte la región es favorecida por el paso de dos ramales ferroviarios de Ferrocarril Central Norte (FCCN), ambos son continuación de otros ya establecidos en las provincias del norte argentino y cuya razón de ser era el buscar el puerto más accesible para poder sacar la producción primaria con rumbo a los puertos de las potencias dominantes.
En 1908 se culmina la sección de 194 kilómetros que une San Cristóbal con Santa Fe, parte del ramal que continuaba hacia Tucumán y en 1913 se conecta Laguna Paiva con Deán Funes, hecho que permitía ligar Santa Fe con La Rioja y Catamarca. paralelamente a la construcción de este segundo ramal se construye en las inmediaciones de la estación un gran taller de reparación de material ferroviario y un depósito para locomotoras, estos acontecimientos apresuran la conformación de un núcleo urbano que hasta ese momento se hallaba desperdigado en torno a la estación establecida en 1908 en tierras cedidas para tal fin por el ganadero Reynaldo Cullen.
El carácter fuerte de trabajo estable que generó el depósito de locomotoras comenzó a incidir en el desarrollo del centro urbano.
El 3 de mayo de 1913 Cullen elevó una nota al Ejecutivo provincial, en ella comunicaba que había resuelto el fundar un pueblo en inmediaciones de la estación, procediendo al efecto a dividir en manzanas y lotes una extensión de cuarenta y seis hectáreas de su propiedad. El Gobernador Manuel Menchaca decidió aprobar el 5 de junio de 1913 la traza del pueblo de referencia, resultando dicha resolución el reconocimiento oficial del asentamiento que ostentó el nombre de su fundador hasta 1967 cuando fue elevado al rango de ciudad pero pasando a llamarse Laguna Paiva.
En febrero de 1914 fallece Reynaldo Cullen y para noviembre de dicho año se pone en marcha un proyecto de colonización agrícola llevado adelante por Sebastián Grimalt quién le había comprado tierras al fallecido fundador de la localidad.
Laguna Paiva se ubica a 40 kilómetros al norte de la ciudad de Santa Fe, sobre la provincial 4 que vincula la capital con San Cristóbal.
El recorrido comienza por la Plaza Reynaldo Cullen y prosigue por la Parroquia Sagrado Corazón de Jesús.


En 1913 se conformó una comisión con el objetivo de construir un templo en un predio donado por Reynaldo Cullen, sin embargo la iniciativa no prosperó hasta 1929 cuando se colocó por fin la piedra fundamental. Mediante planimetrías donadas por el fundador, el edificio se llevó adelante y el 17 de abril de 1932 fue bendecido como tal.
A una cuadra de la plaza nos encontramos con la estación del viejo FCCN, hoy devenida en Museo Histórico y Terminal de Ómnibus, pese a que por sus vías circulan esporádicamente trenes del Belgrano Cargas y Logística.
El órden del circuito guarda una lógica de recorrido, pero los tiempos de las fotografías no son correlativos, ya que por una cuestión de luz y sombras las mismas fueron tomadas en momentos distintos.

Edificada por Juan Bautista Villani en 1908 junto con la llegada de la sección San Cristóbal-Santa Fe del FCCN, sirvió luego de la nacionalización durante el gobierno del General Perón al Ferrocarril General Belgrano para sus ramales C de 1425 kilómetros entre la capital provincial y La Quiaca en la frontera con Bolivia y F,construído en 1913 y renomenclado en 1948, trazado entre Santa Fe y Catamarca.
Su nombre proviene del espejo de agua formado por el Arroyo Aguiar, contiguo a la propiedad que Don Jerónimo de Paiba tenía a mediados del siglo XVII.
Escenario del hecho más destacado de la gran huelga de 1961, cuando la comunidad enardecida impidió el avance de un tren cargado con policías que pretendían acabar con la lucha de un pueblo cansado de tanto atropello. Allí la destacada labor de un grupo de mujeres impidió el avance del convoy hasta la zona de los talleres, pero desató la furia policial que terminó con la muerte de dos compañeros ferroviarios y forjó a fuego el nombre de Paiva como pueblo en lucha por la defensa de sus fuentes de trabajo.
El recorrido continúa por la Plazoleta Nacional del Ferroviario que guarda material alusivo y muestra con orgullo una vieja vaporera Clase S11a de 1911.

Camino por dentro del cuadro con rumbo sur y paso junto al gran tanque de agua ahora convertido en espacio virtual, retomo la senda junto a otra formación abandonada y vuelvo en busca del núcleo de toda la actividad ferroviaria, los talleres ahora privatizados.





El cabín del guardabarreras y la nueva pasarela sobre las vías son los próximos puntos de atracción que encontramos durante el recorrido por el mundo ferroviario de Laguna Paiva.
La construcción de ladrillos data de 1915 y contaba en su interior con un retrete y un hogar alimentado a carbón.

En este punto se abren las vías del ex ramal F con destino a Deán Funes y Catamarca y las que conducen a la zona de los talleres que se ubican por detrás de una larguísima fila de vagones abandonados casi deglutidos por el follaje de los árboles y los altos yuyales. También paralelo a la avenida que conduce al balneario se ubica una ciclovía muy utilizada cuando cae el sol por los paivenses que despreocupados por la inseguridad se vuelcan a caminar durante todo el trayecto de varios kilómetros de longitud.


Un conjunto escultórico atrapa la atención, simboliza la heroica resistencia de un grupo de mujeres que impidió el avance del tren policial durante la trágica huelga de 1961, la acción de ellas consistió en colocar pesados durmientes por delante y por detrás de la formación para impedirle cualquier movimiento, el hecho confundió  a la policía que comenzó a disparar desde el interior hacia la multitud, matando a dos compañeros que quedaron inmortalizados en el santoral de los caídos por reclamar lo justo y necesario para ellos y el conjunto de los trabajadores.



Antes de ingresar por la calle que divide la parte de almacenes con los talleres propiamente dichos encuentro a esta maltrecha sobreviviente que espera o desespera por un reciclado que la devuelva a los pasados años cincuenta cuando vio la luz en Holanda.




Cae la tarde y la caminata me lleva por la calle que divide almacenes de talleres, ambos están vedados al ingreso de personas ajenas a la empresa Provisión Laguna Paiva del grupo nacional EMEPA quién compró en 2008 a la Cotilpa, la cooperativa que se había hecho cargo de los talleres luego del forzado cierre de los mismos durante el fatídico 1993.


La última parte del día me lleva a los dos sitios más bonitos que tiene el casco urbano, la represa y el bosque de eucaliptos, la primera fue construída como toma de agua para las actividades que se desarrollaban en los talleres, verdadera ciudad interior que supo albergar a más de 2000 trabajadores en los tiempos esplendorosos, hoy tan solo trabajan 180 en la privatizada Provisión Laguna Paiva, empresa que se dedica al reciclado de vagones y a la construcción de estructuras metálicas.



A pocos metros de la represa se alza un imponente bosque de eucaliptos, el mismo abarca 96 hectáreas y los memoriosos recuerdan cuando una vez llegó un tren especial con una dotación de trabajadores y cientos de plantines en pequeñas macetas de arcilla.
Don Víctor García, trabajador del vivero de los talleres recuerda que le pagaban $ 0.25 por cada plantín colocado cada 2.50 metros de distancia uno del otro, hubo muchos comentarios suele decir sobre el motivo de la plantación, nunca supimos el porqué, fue una órden que cumplimos y nada más...


Todo espectacular pero todavía faltaba la puesta de sol, un ritual que comienza a acompañarme en cada viaje, siempre que se pueda busco un lugar para disfrutar del ocaso que se me niega sistemáticamente todos los días desde hace 54 años.


No será Stonehenge, pero por lo menos a lo lejos el platillo volador preanuncia que algo bueno estará por suceder.
Antes de volver al hotel, realizo la última parada en el galpón de locomotoras, aquel construído a al par del ramal a Deán Funes durante 1913. Lamentablemente no se puede ingresar al predio y no consideré oportuno todos los consejos que me dieron sobre mandarme de una, total está todo destruído. Hay perros que pueden alertar a la seguridad, supongo habrá cámaras y sí hay advertencias sobre que está prohibido el ingreso y la toma de fotografías, perdón?, quizás estemos ante nuestra área 51, lo cierto es que me tuve que contentar con un par de tomas exteriores que muestran a las claras el abandono que tiene un edificio con historia y pergaminos, de paso sea una sugerencia para nuestros Señores Diputados y Senadores Provinciales, por favor alguna vez aprueben una Ley que le otorgue el rango de Monumento Histórico a la Rotonda, hubo varios Proyectos de Ley que terminaron engrosando el almuerzo de las ratas en los archivos provinciales, si tratan y elevan tantas cosas inverosímiles a la categoría de interés público como un repudio a la violencia y censura sufridos por Ignacio Copani, por que no le dan curso al reconocimiento de un lugar tan emblemático para la comunidad, la Provincia y el país todo
6.2 REPUDIO A VIOLENCIA Y CENSURA SUFRIDOS POR IGNACIO COPANI ............................14
(Proyecto de declaración – Ingreso y reserva) ...........................................................................14
10.2 PREOCUPACIÓN POR AGRAVIOS Y AMENAZAS A IGNACIO COPANI Y PROPIETARIO DEL
BAR OLIMPO DE ROSARIO .......................................................................................21
Declaran de interés provincial a la Palomita de Poy, al anuncio publicitario de la Sidrasola y  a las tetas de la tía de la cajera del súper chino de la esquina, vamos compañeros, media pila y salvamos a la Rotonda de una muerte anunciada.



Ahora sí, vuelta al hotel, baño reparador y a disfrutar de algo imposible de eludir en éstas tierras litoraleñas, el liso, los lisos, muchos lisos, eso sí debe elevarse a la categoría de interés público, ma' que interés público, Patrimonio Cultural de la Humanidad, señores...



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