sábado, 14 de diciembre de 2013

La clave del modelo, Villa Cura Brochero, Córdoba, Argentina

Brochero es un hombre de carne y huesos, dice misa, confiesa, ayuda a los enfermos a bien morir, bautiza, celebra el casamiento, y sin embargo es una excepción, vive y obra según su prédica.
Falta un peón, él es peón, se arremanga la sotana, toma la pala, o la azada y abre un camino público junto a sus fieles voluntarios. Falta todo, él es todo y todo lo hace con una sonrisa en los labios y la satisfacción en el alma, y todo sale bien porque se hace a conciencia, los caminos, la iglesia, el colegio, todo hecho junto a sus feligreses y sin subsidios estatales, sin erogaciones obligatorias y compulsivas. Milagro quizás, quizás el milagro que le valió la beatificación, no, simplemente honradez y voluntad, las bases del modelo, la clave del modelo que llega a buen puerto con la satisfacción del deber cumplido.
Austero, duro y sufrido andaba en sus primeros años como cura del curato de San Alberto (actual Traslasierra), con su mula malacara que lo llevaba por toda la abrupta e indomable geografía de las Sierras Grandes. Imparable así lo recuerdan las anécdotas, como cuando se tiró al río peligrosamente crecido para ir en busca de un alma moribunda, o cuando andaba muy lastimado en sus nalgas debido a las horas de viaje y se hizo atar al recado "para no aflojar" y así poder llegar a destino, o como la vez que salió a buscar al bandido Gaucho Seco y se lo trajo junto con otros forajidos a la casa de ejercicios espirituales y salieron mansitos como blancas palomitas, lo mismo intentó hacer con el temible Santos Guayama, otro vándalo peligroso que asolaba el valle, pero fracasó porque antes de ser localizado, la policía lo fusiló. Esa según sus propias palabras fue una de sus dos grandes frustraciones, la otra el no poder haber hecho llegar el ferrocarril a la zona.
José Gabriel del Rosario Brochero nace en 1840, es ordenado sacerdote en 1866 y ya en 1867 da cuenta de su entrega teniendo especial participación durante la epidemia de cólera que azotó Córdoba y que segó mas de 4000 vidas en muy poco tiempo. En 1869 fue designado cura del curato de San Alberto, un territorio de 4336 kilómetros cuadrados de serranías intransitables y 10000 personas desperdigadas en esa geografía inexpugnable (hasta aquí). Se instaló por propia voluntad en la Villa del Tránsito (actual Cura Brochero) e inmediatamente se puso en movimiento, edificó la casa de ejercicios espirituales, organizó a los pobladores y construyó junto a ellos la primer traza del Camino de las Altas Cumbres, incluyendo puentes de piedra que al cabo de 200 kilómetros terminó vinculando la región con Córdoba, sus gestiones hicieron posible la llegada de acequias, el correo, el telégrafo, fundó escuelas y consiguió el agua potable para la villa gracias a un acueducto.
En su vejez el Cura Brochero enfermó de lepra, esta dolencia lo dejó ciego y sordo. En 1908 dejó oficialmente el curato de Villa del Tránsito instalándose en Córdoba, vivió allí hasta 1912 cuando decidió ya en muy mal estado físico retornar a la villa para intentar cumplir con la única promesa incumplida, la llegada del ferrocarril. El 21 de octubre de 1912 se entrevistó con Hipólito Yrigoyen para interesarlo del ramal Soto-Villa Dolores, muriendo a la edad de 73 años el 26 de enero de 1914.
Como no podía ser de otra manera, los renegaos se alojaron en Cura Brochero y no en Mina Clavero como dictaría el manual del buen turista. El pueblo estaba algo alterado por una fiesta popular que se llevaría a cabo durante esa noche y nosotros lucíamos, cansados, sedientos y hambrientos, una vuelta por la plaza e iglesia remodeladas para la beatificación, cuentan que hace un año nomas la calle lateral de la iglesia era de tierra, marcando el grado de atraso urbano que contaba la localidad. Luego una buena cena con cabrito a las brasas para poner el broche final a un día espectacular y a dormir porque mañana nos esperaba otra jornada larga e imprevista.
La mañana despuntó con el regalo de otros celestes perfectos, Antonio dormía y aproveché esos primeros rayos de sol para recorrer el cajón del río y volver a la plaza para comprobar el cambio con la nueva luz. En verdad la plaza y el reciclado que le hicieron al edificio en su conjunto quedaron muy buenos, pero todo esto no hubiera sido posible sin el detalle de "el milagro", aquél que llevó a cabo el cura y por el cual fue beatificado y el pueblo mejorado.
Vicente Montenegro, el médico que atendió al pequeño Nicolás declaró que en verdad era la persona menos indicada para hablar de milagros, pero que no podía explicar la asombrosa recuperación que tuvo el niño después de tan terrible accidente y heridas.
Nicolás tenía 11 meses cuando sufrió un accidente automovilístico, sobrevivió pero el diagnóstico le auguraba un estado vegetativo irreversible para el resto de su vida, no podría ver, hablar, escuchar ni caminar. Su padre, el único ileso al momento del choque recuerda que mientras desesperadamente le practicaba respiración artificial a su hijo le pedía al cura Brochero, intercediera ante Dios para salvarlo.
El inexplicable proceso de recuperación de Nicolás llegó hasta el Vaticano, firmando el Papa en el año 2000 el documento que certificaba que esa recuperación se debía a un milagro producido por el cura Brochero.
Su beatificación se fijó para el 14 de setiembre del 2013, fecha que congregó la asistencia de 200000 personas, ahora la próxima movida es lograr la canonización y posterior elevación a calidad de santo del mismo.
Cuando salgo ya comenzaban a llegar los primeros colectivos con turistas, fieles y promesantes y ya empezaba el movimiento de apertura de los comercios dedicados a la venta de material relacionado con el cura, el sol sale para todos y todas me dije y volví al hotel, Antonio, ya me esperaba en el parquecito de ingreso, un buen desayuno y nuevamente al camino, las Altas Cumbres esperan con ansia la pasada del rayo rojo, junto al temible Chester Moment y el GPS humano.
El río que separa la Villa de Cura Brochero con Mina Clavero cursa encajonado su último tramo de vida antes de desembocar en otro río mas ancho que alberga los balnearios, carteles indicadores alertan sobre la peligrosidad del lugar y desisto el ir a investigar, aunque ganas no faltaban.


2 comentarios:

  1. Ahí mismo, en los "Cajones" o "Elefantes" como suelen llamar en la zona a estas rocas por su extraño formato y su tamaño, ocurren importantes accidentes en las temporadas de verano, porque la inconsciencia de la gente hace que se sumerjan en medio de las piedras, y que se crean buceadores en busca de algún tesoro perdido, y luego desaparezcan debajo de las grandes moles líticas sin poder ser localizados ni encontrar ellos mismos una salida. Hace unos años, un chico adolescente, nunca logró escapar de esta trama natural, y fue rescatado sin vida varios días después.
    La naturaleza es muy bella, pero hay que tenerle respeto siempre.

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  2. Estuve a punto de ignorar las advertencias y mandarme a hacer equilibrio entre las rocas, pero por un segundo ganó el raciocinio y me recaté, tengo un hijo con quien compartir vida y cien destinos pendientes, pero estuve ahí, ahí de mandarme, total era domingo por la mañana y no estaba ni Dios para retarme.

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