miércoles, 11 de diciembre de 2013

Capilla de la Concepción, Córdoba, Argentina

Habíamos entendido que el desvío lo teníamos que realizar sobre el camino ubicado mas al oeste, no obstante habiendo pasado el primer empalme, nos detuvimos en un puesto de Cuchilla Nevada para corroborar si estábamos en lo cierto, y sí, así era nomas. La traza a seguir indica como destino La Candelaria, ya con ese dato no hay posibilidad de perderse, ahora quedaba encontrar la piedra parada que marcaría el último tramo que nos depositaría en la capilla. Encontramos la roca, doblamos a la izquierda y a poco de andar el camino se vuelve prácticamente una senda intransitable, con huellones y piedras no aptas para el Uno. Avanzamos despacio entre curvas y trepadas por una geografía casi virgen, tan solo algún corral o los restos de algún puesto, así hasta cruzar el caudaloso río San Guillermo, no apto en época de crecida, por suerte no había bifurcaciones, no las había hasta que la hubo y por suerte con cartel, una flecha indicaba el nombre de la capilla, seguimos la indicación y la duda se centraba en el tiempo que demorábamos en ubicar algún indicio físico de la misma, pero no existía duda, la flecha indicaba para allá y hacia allá marchábamos hasta alcanzar una pampita y sobre esa pampita verde resaltó el techo rojo de la capilla, ya podíamos divisarla, solita en medio de pastizales dorados, recostada sobre la Cadena de Gaspar.
Quizás ustedes sientan la misma sensación que me recorrió el cuerpo cuando vi ese pequeño edificio indefenso enclavado en la exacta definición de soledad, pero seguramente ustedes no sientan la misma sensación que me recorrió el cuerpo cuando al terminar de transitar la última curva comenzaron a aparecer techos de camionetas 4x4 y autos y gente, cha, la revolución! pensé, gente en la clandestinidad que conspira contra el poder constituido, o quizás esté por pasar algún rally, o tal vez un grupo de entusiastas del off-road, o peregrinos, claro peregrinos. Entramos al predio, sorteamos una decena de autos y me dirigí a la capilla, abierta y con una treintena de personas sentadas en círculo, paganismo, herejía, blasfemia, Señor que hace toda esta gente dentro de un lugar abandonado, y cual habrá sido el carácter de mi expresión, que sin formular pregunta alguna, alguien me respondió que se hallaban reunidos con el Padre, para tratar de conformar de una vez por todas la tan ansiada cooperativa que hace tiempo pergeñaban, ah, perdón yo solo quería conocer la capilla, no hay problemas, pase, pase.
La austeridad de ese interior quedará guardada en mi memoria, no creí conveniente permanecer mucho tiempo distrayendo a los participantes de la reunión, así que me quedé un momento contemplando la escena y salí, buscando la forma de invisibilizar 6 techos metalizados, uno blanco, uno azul y dos rojos.
La capilla data de 1898, fue construida por los hermanos Portela, descendientes de Martín Portela, un nativo de Valladolid que se asentó en estas tierras a mediados del siglo XIX. Éste le compra la estancia La Candelaria a un militar, en ella se encontraban presos los escoceses que habían participado en las invasiones inglesas, las hijas de don Portela se casan con los escoceses y sus hijos toman el apellido del abuelo español, tres de ellos son los fundadores de la capilla, que utilizaron para sus tareas de evangelización de los naturales de la zona.
Las construcciones que se ubican a un lado de la iglesia servían hasta la década de los setenta para que las familias se pudieran cambiar de ropa antes de asistir a misa, pensando en las largas travesías a caballo que tenían que realizar desde los distintos puestos de la estancia, hoy esas taperas sirven de refugio para quienes están preparando sendos asados para los asistentes de la reunión. La iglesia se ve muy bella desde cualquier ángulo, lo mismo ocurre con un impensado busto del Cura Brochero, tallado con una fidelidad que conmueve.
Las extrañas tomas son producto de la imposibilidad de sacar al conjunto sin que aparecieran los techos de los vehículos que se interponían entre la estatua y la capilla, de todas maneras si no hubiera sido por tal fortuita coincidencia quizás no hubiera pensado en tales encuadres, vistos a la distancia, muy ricos.
caballo cuida moto, o será al revés
Agradecemos las invitaciones que nos ofrecen para que acompañemos la comida con ellos, pero todavía falta mucho camino por recorrer, la próxima meta era intentar alcanzar la RP 15 a la altura de Salsacate o San Carlos Mina, almorzar en alguno de esos pequeños pueblos y proseguir viaje rumbo a Chancaní.
Atrás queda La Concepción, aquella solitaria capilla cordobesa, hoy feliz de albergar gente reunida por una noble causa, uno se va, feliz por haber recorrido el siempre negado interior, algo molesto por la concurrencia, que terminó siendo un desafío, sobre todo si uno ignoraba lo sucedido y se dedicaba a retratar la soledad en primera persona.
Los próximos kilómetros serán todo un desafío para el comandante Antonito y su endiablado Uno, el camino de bajada es peor que la peor carretera lunar, hechos que caracterizan a estos paisajes invisibles de la entraña cordobesa.

5 comentarios:

  1. Ya no sé como elogiar tus publicaciones, Rodo. Lo que te pueda expresar queda corto, así que sólo te reitero mi profunda admiración por este trabajo. Bravo!

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  2. Como creo haberte dicho alguna vez, tus comentarios son combustible para mis travesías, espero poder seguir en la ruta y ojalá no te canses de viajar.
    Abrazín.

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  3. rodo gracias a tu aporte se me ocurrio visitar de noche san jose no encontre la ciudad fantasma pero si la aprte de las vias y vagones 7 km adentro de san jose, no se como publicar una foo en este foro pero apenas aprenda se las mostrare

    saludos

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  4. Sabía de la estancia, nunca me enteré de la capilla, hay otra llegando al chacarato

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