Con Mira-mar, se cierra la trilogía de centros poblados arrasados por la fuerza del agua en complicidad con inacciones de gobierno, primero fue Epecuén, luego Melincué y ahora le toca el turno a este pueblo a milímetros de la Mar Chiquita, pueblo de hombres sufridos, pero tosudos y emprendedores, gringos duros que han resucitado con su villa en reiteradas ocaciones, sea por el agua o por la seca, como la que se avecina, perdiéndolo todo menos el sentido de recuperación.
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