En verdad el viaje por el Sur Bonaerense no terminaba en Azul, si no en Shaw, y como notas finales de una buena travesía no podía faltar una pequeña dosis de aventura, fueron 10km de un barro arcilloso ultra resbaladizo, un auto indomable y un guía ocacional que se encomendaba al Señor ante cada cruzada, cual pastor brasileño en la transnoche de América. El destino final valió la pena, al menos para mí, y para él que se aseguró 10mg más de fe, cosas que ocurren en éstas pampas profundas, chúcaras, pero que nos premian con esas vastedades cuasi infinitas, esos despojos ferroviarios, el imperio del verde y esos sonidos tan parecidos a los más profundos silencios.
Hermoso tu blog. Hecho con espíritu romántico sin lugar a dudas. Algunos somos enamorados de esos parajes abandonados, rurales, de pueblecitos que tienen tanta historia y belleza. Me dan ganas de visitar todos los que describís tan bien por acá. Gracias y abrazo.
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