Una aproximación al edificio de Salamone tapado tras un ejército de árboles surrealistas genera un sentimiento de asombro y fascinación, por el entorno, por la obra y por el estado alcanzado luego de su inmersión allá por el 1985, sólo como un emperador rodeado de una guardia imperial, que lo esconde tras sus trazos desgarrados, aparece el edificio art-decó, del que sólo su torre y su impresionante palabra matadero se salvaron de la terrible inundación.
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