Pasadas las 15:00 horas llegué a la ciudad de La Toma, capital del mármol ónix. Por fortuna la estación de ferrocarril es lindera con la terminal de colectivos, así que el primer recorrido lo establezco visitando el antiguo edificio del primitivo Gran Norte Argentino. El 8 de julio de 1890 se inaugura la construcción que por catorce años fue punta de rieles del ramal procedente de Villa Mercedes, ya que la continuación del mismo hasta la localidad cordobesa de Villa Dolores por parte del BAP sucedió recién durante 1904.
Mientras recorro la zona evalúo los posibles sitios a recorrer, entre los que se encuentran La Toma Vieja y San José del Morro, para ello dispongo hasta las 20:00 horas ya que media hora más tarde pasa el colectivo que me depositará en Villa Mercedes, punto de enlace para proseguir viaje rumbo al Sud.
Nótese como en cierto equipamiento de la estación podemos encontrar los distintos nombres de los ferrocarriles que se fueron haciendo cargo del ramal que en 1905 llegó hasta Villa Dolores, también podemos observar el buen estado de las vías que parecieran esperar el arribo del tan promocionado tren gestionado por el estado provincial.
Decido buscar una forma de traslado hacia los puntos de interés para por la tarde noche terminar de recorrer La Toma, su plaza, su iglesia y la Avenida mármol Ónix. Nuevamente la buena estrella me pone en manos de un conocedor de la zona, Miguel es oriundo de la sierra y como tal es buen guía, sabedor de los rincones de su querida Toma, establecemos la primera parada en el Castillo de la Toma Vieja.
La primera impresión visual sorprende y provoca algo de perplejidad. El edificio pertenece a una estancia de mediados del siglo XIX, que albergó al primer asentamiento poblacional existente en varias leguas a la redonda. Fue la vivienda particular de Don Darío David, un español que compró las tierras de la estancia La Toma a Don Carlos Bett , derivando su nombre de la toma de agua que había establecido Bett sobre el río del Rosario con el objeto de regar sus campos aptos para la agricultura y aprovechar la fuerza hidráulica para impulsar un pequeño molino de granos que tenía en su establecimiento. Don David edifica el edificio al mas puro estilo castellano.
El castillo y el fundo cambiaron muchas veces de propietario. El 29 de enero de 1904, los testimonios revelan que el mismo fue adquirido por el mismísimo Don Hipólito Irigoyen y que en el verano de 1906 Pedro Miguel Mariano Graciarena compra las tierras, donando 100 hectáreas para el asentamiento de la actual población de La Toma. El edificio fue pasando de mano en mano y siempre se mantuvo como una propiedad privada, nunca fue patrimonio de gobierno alguno, de ahí el estado ruinoso que hoy nos presenta, deudos, deudas, sucesiones, robos, vandalismo, absoluta falta de mantenimiento hacen que hoy el bello edificio pida a gritos ayuda para no sucumbir de olvido.
http://ministerios.sanluis.gov.ar/res/media/pdf/19481.doc
Una búsqueda por la red me cruzó con ésta información que parece ir en la dirección que uno pretende, rescatar del olvido y el inexorable destino de muerte arquitectónica al Castillo de la Toma Vieja, de ser así, muy bien por la iniciativa.
Miguel me propone seguir viaje recorriendo el embalse del río del Rosario y el balneario de La Toma, acepto porque de eso se trata, aprovechar la sabiduría de la gente del lugar, ellos conocen sitios y secretos que los mapas ignoran.
El Dique regulador del río Rosario, regula las aguas del río homónimo, que tiene su afluentes un poco al Este de los Cerros Largos. Es apto para la pesca de pequeños ejemplares de pejerrey.
Mientras recorro la zona evalúo los posibles sitios a recorrer, entre los que se encuentran La Toma Vieja y San José del Morro, para ello dispongo hasta las 20:00 horas ya que media hora más tarde pasa el colectivo que me depositará en Villa Mercedes, punto de enlace para proseguir viaje rumbo al Sud.
Nótese como en cierto equipamiento de la estación podemos encontrar los distintos nombres de los ferrocarriles que se fueron haciendo cargo del ramal que en 1905 llegó hasta Villa Dolores, también podemos observar el buen estado de las vías que parecieran esperar el arribo del tan promocionado tren gestionado por el estado provincial.
Decido buscar una forma de traslado hacia los puntos de interés para por la tarde noche terminar de recorrer La Toma, su plaza, su iglesia y la Avenida mármol Ónix. Nuevamente la buena estrella me pone en manos de un conocedor de la zona, Miguel es oriundo de la sierra y como tal es buen guía, sabedor de los rincones de su querida Toma, establecemos la primera parada en el Castillo de la Toma Vieja.
La primera impresión visual sorprende y provoca algo de perplejidad. El edificio pertenece a una estancia de mediados del siglo XIX, que albergó al primer asentamiento poblacional existente en varias leguas a la redonda. Fue la vivienda particular de Don Darío David, un español que compró las tierras de la estancia La Toma a Don Carlos Bett , derivando su nombre de la toma de agua que había establecido Bett sobre el río del Rosario con el objeto de regar sus campos aptos para la agricultura y aprovechar la fuerza hidráulica para impulsar un pequeño molino de granos que tenía en su establecimiento. Don David edifica el edificio al mas puro estilo castellano.
El castillo y el fundo cambiaron muchas veces de propietario. El 29 de enero de 1904, los testimonios revelan que el mismo fue adquirido por el mismísimo Don Hipólito Irigoyen y que en el verano de 1906 Pedro Miguel Mariano Graciarena compra las tierras, donando 100 hectáreas para el asentamiento de la actual población de La Toma. El edificio fue pasando de mano en mano y siempre se mantuvo como una propiedad privada, nunca fue patrimonio de gobierno alguno, de ahí el estado ruinoso que hoy nos presenta, deudos, deudas, sucesiones, robos, vandalismo, absoluta falta de mantenimiento hacen que hoy el bello edificio pida a gritos ayuda para no sucumbir de olvido.
http://ministerios.sanluis.gov.ar/res/media/pdf/19481.doc
Una búsqueda por la red me cruzó con ésta información que parece ir en la dirección que uno pretende, rescatar del olvido y el inexorable destino de muerte arquitectónica al Castillo de la Toma Vieja, de ser así, muy bien por la iniciativa.
El Dique regulador del río Rosario, regula las aguas del río homónimo, que tiene su afluentes un poco al Este de los Cerros Largos. Es apto para la pesca de pequeños ejemplares de pejerrey.
La historia de amor de Julia Fernández
Cuenta la sobrina de Julia, Beby Torres de Mugnani que entre los años 1914 y 1915, una trágica historia de amor tiene como escenario al castillo de la Toma Vieja y al río del Rosario.
Bonifacio Campos, encargado de la contabilidad de un negocio de ramos generales era el pretendiente de Julia, hija de Antonio Fernández, dueño de las tierras que rodeaban al castillo.
Ellos frecuentaban la casa de Antonio Lucero porque los hermanos de Julia desconfiaban que él
pretendiera quedarse con la propiedad y sus tierras. Bonifacio desbordado de amor le pide matrimonio y le ofrece llevarla a España para escapar de ese círculo negro, pero ella desiste y decide poner fin a al relación. Bonifacio no puede resistir el desaire y se quita la vida en el lecho del río del Rosario. Julia al enterarse del destino de su desdichado enamorado culpa de tal decisión al egoísmo y la mezquindad de los hermanos sentenciando que si ella se quedaba soltera, lo mismo ocurriría con ellos, y la historia confirma que todos murieron en la más austera y triste soledad.
Julia presa de una profunda angustia cayó en un estado depresivo y se marchó para nunca más volver, supuestamente a la Provincia de Córdoba.
A menos de un kilómetro del embalse se ubica el balneario sobre el río del Rosario y unos metros más adelante encontramos el predio en donde se realiza la fiesta popular que consagra al mármol ónix.
Si soy fiel con mi plan de viaje, ahora deberíamos continuar camino hacia la villa colonial de San José del Morro, pero Miguel me indica un par de sitios que asegura van a ser de mi agrado, vuelvo a confiar en la gente que conoce su tierra y torcemos rumbo con la proa puesta hacia Paso Grande, en mi vida había oído hablar de Paso Grande, un dato que no es menor, como para no guardar ninguna expectativa previa, más allá del convencimiento que el consejo del Amigo no me iba a defraudar.