domingo, 31 de agosto de 2014

Sarasa, Buenos Aires, Argentina

Para llegar a Sarasa debemos abandonar la nacional 8 y tomar el asfalto de la provincial 50, aquella que a su inicio tiene grafitado junto a las localidades que toca y sus kilómetros una cita que indica "ruta 50, pozos para todos", las palabras inquietan, pero la ruta es larga y quizás no tengamos oportunidad de comprobar el tenor de la cita. A los pocos kilómetros desviamos a la derecha por un camino polvoriento que nos conducirá al pequeño pueblo, rodeado por caminos difíciles en caso de lluvia.
A los pocos kilómetros cruzamos otro camino polvoriento con cartelería que indica ruta 50, otra más, quizás la primitiva, realmente el sistema de caminos rurales o vecinales de la pampa bonaerense es casi infinito, una verdadera constelación de trazas sin nomenclar o con carteles mudos de tanto óxido que se precisa GPS, paisano, cacique, mentalista, mapa del tesoro, astrónomo y astrólogo para no quedar boyando eternamente en este laberinto de soledades.
Estamos según parece a 2 kilómetros de Sarasa, pero más atrás hay otro cartel, espero que no indique Nebraska 4, será mejor ignorarlo...
Una de las tantas estancias que jalonan la zona, ésta con uno de esos ingresos arbolados que tanto me gustan, he fotografiado varias, pero siempre me sorprenden y enamoran.
Alrededor del 1900 Jorge Atucha le compra 35000 hectáreas de campo a Tomás Duggan, denominando a el emprendimiento "El Pelado". Para 1913 el Ferrocarril Central de Buenos Aires (FCBA), extiende sus rieles ya tendidos entre Fátima y Rojas hasta el paraje 4 de Febrero ubicado en la Provincia de Santa Fe. Don Atucha dona tierras para que se establezca una parada en sus dominios a la que denomina Sarasa en honor a su madre. Contigua a la estación instala una fábrica de productos lácteos a la que denominará "Cremería El Pelado", en ella se manufacturaría toda la leche proveniente de sus tambos, ubicando criaderos de aves y cerdos para aprovechar los desperdicios que originaba la industria láctea.
Las industrias y el ferrocarril atraen gente que comienza a ubicarse en los alrededores configurándose así el incipiente pueblo. Jorge Atucha diversifica sus inversiones orientándolas en ésta oportunidad a la industria de las esencias y venenos, montando una destilería para el tratamiento de la menta, lavanda y amapola.
La educación y el esparcimiento también fueron temas que preocuparon a Don Jorge, para la primera manda a construir un hermoso colegio que hasta el día de hoy funciona, además de fundar el Club Plus Ultra.
En 1944 levanta la Cooperativa, adherida a la red ACA de Cooperativas Argentinas.
En la década del cincuenta se establecen la sala de primeros auxilios, y el destacamento policial. Los sesenta marcan una bisagra en la historia de crecimiento de Sarasa. El Plan Larkin, implementado durante el gobierno de Frondizi, cierra el ramal Rojas-4 de Febrero, quiebra la cremería y la cooperativa, generando un éxodo masivo de la población hacia los centros más grandes.
En 1973 un descendiente de Atucha, Jorge Nazar, logra el establecimiento de una escuela secundaria, la escuela de la familia agrícola, para intentar detener la masiva fuga de jóvenes.
En 1981 se logra otro deseo muy ansiado por la comunidad, su templo, ya que hasta ahí las ceremonias como casamientos y bautismos se oficiaban en la escuela primaria.
En verdad creí que me iba a encontrar con un pueblo fantasma lleno de abandonos, pero no, tiene vida entre la frondosa arboleda que lo cobija.
Las tomas corresponden a la estación, ocupada, construída en chapa como otras del ramal.
Frente al edificio, la tierra trabajada, el borde del andén hace de contención para que el mar cuando se torne verde no se lleve al viejo edificio de chapa a la deriva.
Volvemos para Colón, me quedé con ganas de tomar registro de la escuela ya que el edificio es muy bonito, el tiempo, el tiempo que pasa... y todavía hay mucho por ver.

jueves, 28 de agosto de 2014

El Arbolito, Buenos Aires, Argentina

Ante la inminencia de un fin de semana largo, se deben alinear unos cuantos planetas antes de tomar la decisión si salir o no salir, en primer lugar el clima, nada de lluvia, nada de temperaturas extremas, nada de mayormente nublado, poco o nada de viento, después juegan otros factores como ausencia de compromisos sociales, ninguna media que altere al transporte público, ningún evento en los lugares a visitar que convoquen mareas humanas, ningún achaque físico, hoteles asegurados, vuelta asegurada, la existencia de los tomas necesarios para cargar los equipos básicos, pilas, memorias y sobre todo ganas, alineadas todas estas premisas podríamos decir que estamos en condiciones de asegurar que durante el fin de semana largo habrá salida, y así ocurrió, hubo salida.
Esta vez le tocó el turno a los Partidos de Colón y General Arenales, dos sitios siempre relegados por cuestiones de logística de transporte ya que no abunda la conexión entre Rosario y las capitales distritales.
El sábado pasado el medio día ya estaba instalado en Colón y a partir de ahí siempre hay que dejar que la cosa fluya, hay un plan, pero no es necesario que todo tenga que salir como lo planeado, esa libertad es una de las buenas cosas que suceden en este tipo de viajes.
Unos pocos minutos bastan para armar el plano de la ciudad en la cabeza, averiguar por transporte, horarios de los museos, algún secreto que duerme a la sombra de los locales, donde comer, que comer, y nada más, a recorrer sin tiempo.Voy a empezar por los dos pueblos rurales del Partido de Colón, El Arbolito y Sarasa, luego vendrá la ciudad capital y todo General Arenales.
Villa Manuel Pomar o Estación El Arbolito es un pequeño enclave rural ubicado a 15 kilómetros de la ciudad de Colón sobre la ruta nacional 8, su población actual asciende a los 250 habitantes y como es ya una costumbre debe su orígen al paso del ferrocarril. El FCCA entre 1891 y 1896 construye 125 kilómetros de vías, siendo el ramal más importante el establecido entre Pergamino y San Urbano (Melincué). Don Manuel Pomar cede una fracción de sus tierras para que avance la línea y establezca una estación intermedia. El tren comienza a circular en 1897, generando automático progreso, hoy no corren formaciones, pese a que hay toda una movida para que se restablezcan los servicios de carga y hasta de pasajeros en todo el corredor Rosario-San Nicolás-Pergamino-Rojas-Junín-Colón-Melincué.
La edificación se encuentra ocupada por una dependencia policial y se observa en perfecto estado de conservación. También se destacan los edificios de la Cooperativa Agrícola, fundada en 1911, el Club Social El Arbolito de 1925, la Capilla San Isidro Labrador y los infaltables silos.
Grata sorpresa la cartelería del Automóvil Club, nunca había visto nada igual, misterio sin develar.
Dejo El Arbolito en busca del otro pueblo rural, para ello hay que abandonar la fatídica nacional 8, plagada de estrellas que indican víctimas y tomar la provincial 50 rumbo al Partido de Arenales.

Quirno Costa, Buenos Aires, Argentina

Exactamente 12 kilómetros de mala tierra separan Quirno Costa del cruce con la provincial 65.
El pueblo es casi inexistente, tanto es así que pasamos por delante de él sin darnos cuenta que lo estábamos haciendo. En un momento llegamos al final del camino y no había rastros del mismo, volvimos y ahora con una mirada mas fina ubicamos la estación y dos casas desperdigadas que resultaron ser el núcleo puebleril.
Al igual que Zavalía, Quirno se ubica sobre el antiguo ramal del FCO, Suipacha-Bayauca, hoy sin actividad alguna. La estación data del 1911, actualmente las vías están a cargo de Trenes Argentinos Cargas y Logística, pero como relaté antes no circula ningún tipo de formación por sus vías tapadas.
La denominación del pueblo se debe a Norberto Quirno Costa, escritor y estadista argentino. Fue diputado, ministro y vicepresidente durante el período presidencial de Roca (1898-1904).
El edificio está completamente abandonado, la vegetación se ha apoderado del sector de vías, lo sorprendente es el excelente estado de los nomencladores, señal que el aislamiento es tan grande que ni la rapiña merodea por el lugar. 
Pastos crecidos, yuyales crecidos y sin control, un auto abandonado, restos de una ocupación no muy lejana, un lugar anónimo, sin tiempo, una antigua parada de máquinas que nunca terminó de consolidarse como pueblo o si alguna vez lo hizo, quizás allá por los cuarenta, cuando el interior estaba poblado y con vida por delante, ahora ni siquiera hay datos vivientes que hicieran posible respaldar tal aseveración. 
Hasta el camino está borrando huellas
Un viejo corral se ubica sobre uno de los laterales del cuadro de la estación, todo está vacío, todo está en silencio. Dejo Quirno Costa, o lo que queda de él, si es que alguna vez fue, pienso que la eterna disquisición entre el ser y la nada cobra cuerpo en parajes como éste.
Voy rumbo a Junín, luego rumbo a casa, la semana próxima quizás siga la historia.


martes, 26 de agosto de 2014

Zavalía, Buenos Aires, Argentina

El domingo amaneció con el cielo cubierto por unas nubes muy negras, de todas maneras tal como estaba previsto partimos rumbo a Junín, con dos paradas intermedias para visitar un pueblo y un caserío disperso.
Comenzamos con Zavalía, población ubicada a 14 kilómetros de Los Toldos, sobre la provincial 65 rumbo norte. Cuenta con una población de 327 habitantes según el censo de 2010, habiendo incrementado la misma en un 1% frente a los 324 contados durante 2001. Le debe su nombre a Salustiano Zavalía, político tucumano, unitario, gobernador de su provincia, quién peleó contra Juan Manuel de Rosas y se destacó como uno de los redactores de la Constitución Nacional.
Una particularidad resulta ser que el pueblo se desarrolló para un lado de la vía, habiendo quedado la capilla y el predio muy arbolado que la enfrenta al otro lado, casi al final del ejido urbano.
El edificio religioso está consagrado a Nuestra Señora del Luján, su piedra fundamental data del 30 de mayo de 1953, pero la imágen principal llegó un año antes, siendo entronizada el 27 de abril de 1952, en la Plaza Parque.
La estación se asienta en el año 1907 como parte del ramal Suipacha-Bayauca del FCO, hoy el edificio está ocupado por una dependencia policial, sus vías pertenecen al plano de los recuerdos y el último tren de pasajeros pasó durante algún momento de 1994, por suerte el predio se halla en buen estado de conservación a causa del uso que lo compromete.
Funciona en Zavalía la Escuela 5 Bernardino Rivadavia y el esparcimiento está asegurado gracias al club Sportivo Zavalía. Al poseer ingreso pavimentado está conectada a Junín y Los Toldos por un servicio de transporte interurbano, hecho mantiene con vida a la comunidad, pese a la gran pérdida que resultó ser el cierre del ramal ferroviario.
La calma extrema del domingo por la mañana y el cielo con esas nubes en forma de nave nodriza le dan al pequeño pueblo un aire apocalíptico de película de ciencia ficción.
Continuamos el viaje cruzando nuevamente la 65 para avanzar hacia el O, hacia el lado menos desarrollado de la historia, como si repentinamente nos sumergiéramos en esa pampa sembrada pero mucho más solitaria, a pesar que tan sólo diez kilómetros separan a Zavalía de Quirno Costa.